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Esterilización, como arma

27 de marzo de 2023

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No recuerdo gobernante alguno que haya sido castigado por haber ordenado la esterilización de seres humanos que consideraba inferiores.

Algunos adoran pensar en el gobernante blanco capaz de cualquier cosa para que no se reproduzcan negros, indios, asiáticos, etc., y que, con aquiescencia “moral” y financiera del imperialismo, ayudaría para que el crimen se efectuara y mantuviera impune.

En Perú, Alberto Fujimori, un asiático, descendiente de japonés, dio el visto bueno para que por lo menos 3 000 mujeres indígenas fueran esterilizadas, aprovechando su ignorancia o por la fuerza, amenazadas previamente de muerte.

Ya ello había sido practicado en Brasil y Paraguay, principalmente, así como en otras naciones del cono sur, aunque los mayores desmanes tuvieron lugar en Centroamérica, descollando Guatemala, siempre atenazada por dictaduras.

Estas alternaban esa práctica con el asesinato de todos los habitantes de algunos pueblos indígenas que consideraban rebeldes o simpatizantes de estos, por eso de no dejar a nadie vivo, para que no pudiera vengarse.

Ha habido muchas formas de abuso en esta cuestión de la esterilicen.

En ello han intervenido hombres de ciencia muy bien pagados para que realizarán esa inhumana labor, integrantes en su mayoría de organizaciones que dicen ser humanitarias, pero no cumplen los parámetros en ese sector, con crímenes generalmente bien simulados, para que no transciendan.

 

EN ÁFRICA

Así, la Asociación de Médicos Católicos de Kenia denunció en un comunicado público que en una vacuna contra el tétanos administrada a 2,3 millones de niñas y mujeres había encontrado un antígeno que les provoca abortos espontáneos. Esta vacuna la administraron la Organización Mundial de la Salud y la UNICEF.

“Hemos enviado seis muestras de todo Kenia a unos laboratorios del sur de África. Han dado positivo al antígeno de la hormona HCG”, dijo el doctor Mújame Negare del Mery Medical Center de Nairobi, portavoz de la Asociación de Médicos Católicos de Kenia.

El doctor Negare denunció que “la campaña no tenía el propósito de erradicar el tétanos neonatal, sino que era un ejercicio coordinado de esterilización masiva con una vacuna que regula la fertilidad. La prueba se presentó en el Ministerio de Salud antes de la tercera ronda de vacunaciones, pero fue ignorada”.

No es ninguna novedad. Desde hace décadas los países africanos son un laboratorio para experimentar en vivo con planes médicos de esterilización en masa, mutaciones genéticas, vacunas, infecciones y virus. Se trata de proyectos de las multinacionales farmacéuticas, e incluso militares algunos de ellos, que cuentan con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud, la UNICEF y ONG, y están financiados por fundaciones con supuestos fines caritativos y altruistas, especialmente la Fundación Gates.

En la actualidad la fundación de Bill Gates, un maltusiano declarado, es el mayor contribuyente a los presupuestos de la Organización Mundial de la Salud. Entrega más dinero a este organismo que Estados Unidos y Gran Bretaña. Hace unos años su directora, Margaret Chan, reconoció que su presupuesto estaba siendo restringido, por lo que se veía obligada a tener en cuenta “los intereses de los donantes”.

Supuestas campañas mundiales de vacunación contra el tétanos o la meningitis encubren proyectos imperialistas de esterilización masiva de las mujeres del Tercer Mundo, es decir, de exterminio de la población. En la India fueron esterilizadas cerca de 4,6 millones mujeres entre el 2013 y el 2014.

En muy diversos países, tanto de África como de Asia o Latinoamérica, las congregaciones católicas y los islamistas son los que más han destacado en la denuncia de estos planes de aniquilación.

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