El incierto destino de Europa
10 de febrero de 2023
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La reciente y fracasada gira del canciller alemán por varios de los más importantes e influyentes países de Suramérica -Argentina, Chile y Brasil- donde por encargo del gobierno imperialista de Estados Unidos y la OTAN gestionó sin éxito el envío de “ayuda militar” a Ucrania, pretendiendo involucrar a estos países latinoamericanos en conflictos que les es tan ajeno y que solo pudiera traerles tropiezos y dificultades de todo tipo, puso de manifiesto la sujeción y subordinación de Europa a Washington, en una situación lamentable e insólito que está colocando al Viejo Continente en un callejón sin salida que ni en los peores tiempos de la llamada guerra fría había experimentado.
Con honrosas excepciones que han alertado acerca de esta sucesión de hechos, que conducen a Europa hacia un abismo de proporciones y magnitudes aún insospechadas, -como son los casos de Serbia, Hungría y posiblemente Austria,- el belicoso socorrido del alto funcionario germano no logró tampoco esta vez ampliar el radio de acción antiruso y, por otra parte, mostró una desesperada necesidad de armamento por parte de Ucrania que ni Estados Unidos ni sus socios europeos están en capacidad de satisfacer ahora.
Buena parte de los refuerzos hechos llegar ya de manera cuantiosa al régimen ucraniano han sido, al parecer, destruidos por las fuerzas rusas en combate o en los lugares de almacenamiento y no es posible reponerlos de inmediato, mientras que el insaciable complejo militar-industrial de Estados Unidos se afila los dientes para seguir acumulando las ganancias extraordinarias que recibe como fuente de reposición de todo el armamento y el equipo que se está enviando a Ucrania por parte del gobierno estadounidense y por algunos países de la OTAN.
Toda esta “ayuda” será necesario reponerla a las reservas respectivas o de fabricarla y cobrarla se hará cargo el complejo militar-industrial que así podrá sufragar en parte los gastos de la próxima campaña electoral en Estados Unidos, sea de uno u otro partido.
Se trata de un mecanismo empleado ya por el Imperio otras veces y que no falla. En esta ocasión no así en Corea ni en Viet Nam, todo se cumple sin que haya numerosas bajas humanas yanquis de por medio, lo cual hace más atractiva la transacción.
Mientras tanto, el futuro de Europa se presenta cada vez más incierto si no logra desengancharse del carruaje yanqui y su situación económico-social se deteriora paso a paso, extendiéndose a partir de la imprescindible energía a los demás renglones de la vida diaria que, en el caso de Europa, parecían estar garantizados por mucho tiempo.
El incierto destino de Europa es hoy preocupante no solo para los otrora despreocupados y abundantes europeos, sino también para todas las otras regiones del mundo que han mantenido hasta hoy un activo comercio, turismo e inversiones, quienes observan espantados cómo la vieja y experimentada región -que una vez dominó al mundo- se deja arrastrar contra sus propios intereses y hacen que su futuro penda de un hilo.
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