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Galina Ulánova

31 de enero de 2023

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Las funciones de ballet han dejado de ser espectáculos elitistas en Cuba. A ello contribuye la existencia de una escuela cubana de ballet y la masividad que han tomado todas las manifestaciones artísticas, aun aquellas reservadas a un público supuestamente minoritario, como sucede con la danza y la música de cámara.

Los festivales internacionales que tienen por sede a Cuba han reunido a las celebridades de la danza, llegadas unas en condición de participantes en las funciones de gala, otras como invitados especiales.

El III Festival Internacional de Ballet de La Habana que transcurrió en el mes de junio de 1967 devino relevante celebración, tal vez la más comentada dentro del panorama cultural cubano de aquel año, pues no resulta ocioso apuntar que hasta una emisión postal circuló en ocasión del mismo.

Retirada, pero en posesión de una experiencia incalculable y con la elegancia propia de una dama del escenario mundial, se presentó Galina Ulánova, a quien los cubanos amantes del ballet conocían de oídas, pero nunca habían tenido la oportunidad de agasajar. Entonces se ofrecieron pormenores acerca de su vida y carrera artística.

Nacida en 1910 en la ciudad de San Petersburgo, e hija de artistas, inició los estudios en la Escuela de Ballet del Teatro Imperial Marinski, del cual se graduó en 1928. Realizó una carrera extraordinaria como primera figura del Teatro de la Opera y el Ballet de Leningrado, cuyo elenco encabezó hasta 1944, cuando pasó al Teatro Bolshoi de Moscú.

El repertorio de Ulánova comprendió las piezas clásicas y las contemporáneas, las tradicionales y las internacionales. Giselle, El lago de los cisnes, La bella durmiente, Romeo y Julieta, La muerte del cisne… figuraron entre los ballets que protagonizó. Abrió ella nuevos caminos al ballet soviético. Su primera incursión internacional fue en 1950 y a lo largo de esa década su fama le valió ser reconocida como prima ballerina assoluta y una de las grandes de todos los tiempos. De manera paulatina fue retirándose de los escenarios y en 1962 lo hizo definitivamente. Emergía entonces una pedagoga en quien se aunaban la sabiduría y la técnica, la exigencia y la profesionalidad.

 

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Regresó en 1976, con motivo del V Festival Internacional de Ballet. Entonces emitió algunas declaraciones recogidas en la revista Revolución y Cultura:

“Los cubanos tienen magnífica técnica en los giros, los saltos, las caídas son muy firmes, muy estables”.

Dijo estar impresionada por los jóvenes coreógrafos cubanos, por su seriedad y expresó elogios hacia Fernando Alonso. Elegante y con muchos deseos de cooperar recuerdan los cubanos a esta diva en puntas de pie.

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