José Domingo Blinó: El poeta de las alturas (II)
29 de noviembre de 2022
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Cuenta Álvaro de la Iglesia que: “El globo, empujado por el viento, se alejó con rapidez y ya a gran distancia de la tierra, Blinó arrojó al espacio palomas, flores, versos y por último… ¡dos cuadrúpedos en un paracaídas!”.
Por cierto, la historia no específica a que especies pertenecían estos; según se cree eran chivos. ¡Vaya usted a saber!
Pronto los espectadores observaron con orgullo que el primer aeronauta cubano sobrepasaba los límites fijados por sus colegas extranjeros, pero hacia el amanecer, sorprendido por una tormenta, Blinó se perdía de vista…
Angustiosas fueron las horas que siguieron a la desaparición del globo en el horizonte. Se dio la orden de movilizar patrullas en distintas direcciones.
Muy rápido se empezaron a escuchar peregrinas teorías: Que si Blinó y su globo andarían ya por la Florida. Que se habían caído al mar… Nadie podía explicarse a ciencia cierta dónde estaría el audaz globonauta.
Las embarcaciones iniciaron de inmediato su marcha en busca de nuestro compatriota. Muchas onzas se ofrecían por su rescate.
Mas todos regresaban sin noticia alguna, luego de largos recorridos. Así transcurrieron algunas horas de visible abatimiento para un pueblo que no quería perder a su valiente aeronauta.
Hasta que al fin el suplemento especial del Diario de La Habana, en tirada extraordinaria, ordenada por el general Vives, tranquilizó a la población. Así se conoció que luego de un viaje en medio de lluvias y vientos tempestuosos, el cubano había caído en el potrero San José, ubicado en Quiebra Hacha, a una legua al suroeste de Mariel.
El joven fue localizado por el negro libre Julián Povea, quien lo condujo a la casa del pedáneo, y este le procuró de inmediato los medios para su regreso a la Habana, donde sería recibido como un héroe, el jueves dos de junio de 1831.
Objeto de homenajes, serenatas y banquetes, como bien dijera Álvaro de la Iglesia, muy pronto cayó sobre él un “chubasco de seborucos poéticos”, que, por cierto, como afirma Orlando Carrió, merecieron ser recogidos por Boloña en una obra de cien páginas titulada Colección de todas las poesías, que se han publicado en esta ciudad en elogio del cubano Blinó”.
Lo suyo había sido una proeza de las grandes en la historia de la capital cubana, como para nunca olvidar, sin embargo, muy poco se le conoce hoy día en su ciudad natal y en el país del valiente José Domingo Blinó.
En cambio, mucho se habla -y no solo en La Habana, sino en toda Cuba-, de Matías Pérez, el portugués que se elevó en su globo sobre la Isla para no regresar jamás, 25 años después que lo hiciera el cubano. Generación tras generación recuerdan a Matías Pérez, sin embargo, nuestro primer aeronauta, el habanero Blinó, permanece injustamente en el olvido.
José Domingo Blinó se convirtió en el primer cubano romántico viajero de las rutas del espacio. Tal vez, por ello, le resultaba imposible resistir por mucho tiempo la insistencia de quienes le pedían otra ascensión, sin tener en cuenta, como dice el refrán, que segundas partes, nunca fueron buenas…
Por causas desconocidas, su segundo acto de ascensión se celebraría en Matanzas, pero con tal mala fortuna, que a una altura de veinte varas, el globo cayó en una azotea de la Plaza de la Alameda, poco tiempo después de su partida. La prensa reseñó que el desastre se debió a los malos manejos con el gas de algunos envidiosos, que hicieron que el globo perdiera la fuerza necesaria.
Algunos cuentan que hubo otro intento, pero… ya las cosas andaban mal. Y sus propios amigos le recomendaron a Blinó dejarlo para otra ocasión más propicia.
Poco tiempo después, nuestro héroe partía rumbo a Nueva York, para, según se afirma, comprar un globo aerostático de mayores dimensiones, a fin de emprender nuevos viajes que le permitieran mantener su fama. Hasta ahora se ignora el resultado de las gestiones del cubano en el Norte. Lo cierto es que días después enfermó de gravedad y murió en el barco que lo traía de regreso a Cuba. Su cadáver fue lanzado al mar.
Pero la historia de José Domingo Blinó está escrita: fue el primer cubano romántico viajero de las rutas del espacio.
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