Luces y sombras del G-20
21 de noviembre de 2022
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Ha concluido una reunión cumbre más del llamado Grupo de los 20 (G-20), que debe congregar a los jefes de Estado de los países considerados como económicamente más importantes del mundo actual y deben desde allí -pese a sus diferencias- trazar estrategias y planes comunes que contribuyan a resolver o por lo menos a aliviar los más graves e importantes problemas que enfrente la humanidad, incluyéndolos a ellos mismos, que de este modo pudieran también buscar salida a incertidumbres y conflictos que no les son ajenos.
La idea de la concertación y existencia de un grupo de naciones y sus respectivos gobiernos con esas características no es en sí misma perjudicial y pudiera conducir a convenientes soluciones si prevalecieran en su seno la buena voluntad y los deseos sinceros de cooperación, solidaridad y ayuda mutua por parte de todos los que integran ese escenario, que ya cuenta con más de veinte sesiones en sedes rotativas desde su fundación.
Esta vez, en difíciles y complicados momentos en todos los sentidos para el mundo, sesionó en la paradisiaca isla de Bali, Indonesia y contó con una asistencia quizá mayor y aún más representativa que en ocasiones anteriores, incluyendo al secretario general de la ONU, quién parecía estar razonablemente esperanzado en los resultados del encuentro.
El destructivo cambio climático y sus terribles consecuencias, la declinante y alarmante situación alimentaria que enfrenta el mundo y el drama de los refugiados y migrantes por doquier figuraban en la primera línea entre los problemas más urgentes a considerar e intentar al menos aliviar tales situaciones. Todo ello tenía como invisible telón de fondo esta vez al conflicto ucraniano y los diferentes intereses que lo estimulan e impulsan.
Dentro del G-20 es particularmente negativo el papel que desempeñan las autoproclamadas ·potencias occidentales”, que forman parte del llamado Grupo de los 7 (G-7) bajo la influencia -en mayor o menos medida- del gobierno imperialista de turno en Estados Unidos y se convierten así en un núcleo que impide los resultados concretos y esperanzadores que pudieran surgir de un foro de este tipo.
Así son y serán las luces y sombras del G-20 mientras no se libere de las influencias negativas, egoístas y de pretensiones hegemónicas, que también aparecieron durante la Cumbre del Clima CoP-27 de Sharm el Sheidk, Egipto, y reflejan todas las persistencias aun de un mundo injusto y desigual.
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