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Aniversario 60: el peligro nuclear no ha cesado

18 de octubre de 2022

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Fue el escritor colombiano Gabriel García Márquez quién afirmó en uno de sus artículos periodísticos, que la llamada Crisis del Caribe o Crisis de los Cohetes -de finales de octubre de 1962- había sido el momento posterior a la Segunda Guerra Mundial y en medio de la “guerra fría” en que la humanidad más se acercó a una fatal catástrofe nuclear.

Y no le faltaba razón al Premio Nobel de Literatura en su apreciación, pues ni siquiera en las anteriores graves crisis internacionales motivadas por la situación de Berlín se había llegado a extremos tan intranquilizadores y peligrosos, cuando una sencilla chispa pudo hacer explotar la caldera.

Pudiera deducirse que aquellos acontecimientos contribuyeron a que todos los países, gobiernos y pueblos del mundo ganaran mayor conciencia y comprensión de lo que significaba el uso de la energía nuclear con fines bélicos y no pacíficos; estos últimos servirían para el desarrollo de la ciencia y la técnica y la elevación de los niveles de vida de la población, con independencia del régimen económico-social imperante.

Bajo los auspicios de las Naciones Unidas y en esa dirección se aprobaron el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), que hoy abarca prácticamente a toda la comunidad internacional, y el recién aprobado Tratado sobre la Prohibición de la fabricación de armas nucleares, aún en proceso de ratificación. América Latina y el Caribe cuentan, además, con el Tratado de Tlatelolco, que es el único compromiso jurídico internacional de esta naturaleza que tiene un carácter regional y se le considera un logro histórico de la diplomacia latinoamericana y caribeña del siglo XX.

No obstante todo lo anterior, la situación del mundo actual evidencia que el peligro nuclear no ha cesado y que la codicia imperial y su afán hegemónico por parte del declinante imperialismo norteamericano y sus gobiernos de turno -ya sean republicanos o demócratas- crean nuevas y peligrosas coyunturas.

Pongamos un solo ejemplo: Estados Unidos y sus socios de la OTAN llevan a cabo en estos momentos ejercicios militares en las fronteras con Rusia destinados a prevenir un supuesto “ataque nuclear” y activan sobre Europa armamento de este tipo.

Es un juego geopolítico sucio y aventurero que puede acarrear consecuencias imprevisibles, una vez desatados acontecimientos que aun pudieran tener origen accidental pero con resultados incontrolables.

Cegado por sus pretensiones de hegemonía imperial planetaria y desesperado ante el auge del multilateralismo y el declinar de su influencia y sus dictados al resto del mundo, el poder estadounidense parece no haber sacado conclusiones correctas de lo ocurrido hace 60 años.

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