La ópera, trayectoria y época de oro (I)
12 de octubre de 2022
|
Aunque los primeros intentos de óperas datan del siglo XVI, fue en el XIX cuando este género alcanzó la cima, con las obras del alemán Richard Wagner y el italiano Giuseppe Verdi; pero antes de adentrarnos en esa época de oro, es indispensable hacer un rápido recorrido por su historia.
Durante el siglo XVI la música formaba parte complementaria de las representaciones escénicas, en forma de coros, canciones y danzas ejecutadas en los entreactos. Sin embargo, un grupo de intelectuales florentinos, conocidos como la camerata y surgido en 1576, decidió rescatar el antiguo drama griego y, en especial, el arte de la declamación musical. Entonces podemos asegurar, que la camerata florentina marcó el origen de la ópera, en el siglo XVI, y que entre los primeros experimentos operísticos está “La Dafne”, del compositor italiano Jacopo Peri, estrenada en 1597. Tres años después, Emilio de Cavalieri fundó la opera de Roma con el drama: “La reppresentazione dell´anima e del corpore”; pero todas esas obras eran densas. Fue Claudio Monteverdi, quien descubrió las verdaderas posibilidades de la ópera, al estrenar en Mantua, en 1607, “Orfeo”, a la que siguieron otras cuyo objetivo era realzar el significado de los textos a través de la música.
En el siglo XVII, el principal centro operístico era Venecia, donde se pusieron de moda los castrati, cantantes masculinos que habían sido castrados en su niñez para que su voz conservara el timbre de soprano y pudieran sustituir a éstas en los coros, donde su presencia estaba prohibida. Como el público disfrutaba tanto de su arte, se convirtieron en personajes importantes en las óperas de ese siglo, cuando se construyeron más de diez teatros de ópera en Venecia. En Francia, Jean-Baptiste Lully (de origen italiano), trabajó para el rey Luis XIV, y monopolizó en la práctica la ópera francesa de su tiempo. Combinó las influencias italiana y francesa para crear un estilo barroco lleno de frescura, el cual fue imitado sobre todo en Alemania.
A finales del siglo XVIII, Nápoles se convirtió en el principal centro operístico, razón por la cual se le daba mucha importancia a la educación de las voces. Los cantantes llegaron a rivalizar en jerarquía con los compositores, imponiendo caprichos que podían perjudicar la estructura de la ópera, la cual llegó a convertirse en un vehículo para exhibir el virtuosismo vocal. Sin embargo, Nápoles se convirtió en cuna de la ópera italiana moderna, gracias a Alessandro Scarlatti, cuyas óperas sirvieron de modelo a Haydn y Mozart.
En Inglaterra, las óperas más importantes fueron escritas por Henry Purcell, autor de “Dido y Eneas”; pero en ese país, el público prefería entretenimientos más ligeros. En cuanto a Alemania, ni Schütz ni Gluck lograron crear una tradición del género, Sin embargo, en Francia, Rameau -seguidor de Lully- logró mucho éxito con óperas como “Las Indias galantes”. En ese país, se utilizaban argumentos mitológicos y con frecuencia, a los castrati.
En mi próximo comentario continuaré con la historia de la ópera a partir del siglo XVIII
Galería de Imágenes
Comentarios