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El tres y su impronta en el espacio musical santiaguero (II)

12 de septiembre de 2019

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Músicos de la Trova santiaguera

Sin embargo, el severo y lacerante olvido para un sin número de virtuosos ejecutantes del tres, el cuatro, el bongó y la guitarra, no parece tomarse en cuenta, por lo que su presencia en el espectro musical ha pasado a engrosar la larga lista de músicos eternamente olvidados, o cubiertos por el espeso manto de un recuerdo ya casi borroso. Claro, que se puede argumentar que eso requiere de una ardua investigación, incluso interdisciplinaria, costosa y ardua. Quizás esto lo justifique el que ninguno tuvo la dicha de haber grabado un disco donde tomar referencias de su presencia y posterior estudio, ya fuere porque para entonces aún no existían las grabaciones fonográficas,  o estudios de grabaciones en Santiago de Cuba; o tal vez, porque nunca fueron llamados por las discográficas asentadas en la capital cubana.
Si la gran problemática para algunos investigadores parte de la ausencia de grabaciones, entonces cabe la interrogante: ¿cómo rescatar del olvido la referencia sonora y los estilos de aquellos iniciadores, tanto del uso del tres e incluso de la voz humana, que en su bregar musical, se supone contribuyeron a un posible modelo a seguir? Las acuciosas investigaciones del musicólogo santiaguero Danilo Orozco con familias centenarias, en regiones campesinas y suburbanas de Manzanillo, Las Tunas y la Cuenca del Cauto y otros lugares, han contribuido al despeje, por ejemplo, del controvertido “Son de Castellanos” inspirado en un tresero integrante de la familia Varela-Miranda y del son en general.  Aunque este asunto pudiera mover a otras incógnitas: ¿sería este Castellano el mismo que muy anciano enseñó en Vertientes a tocar el tres a Benny Moré? O en su lugar ¿Quien recuerda de manera individual al tresero santiaguero Ricardo Martínez? Como no sea relacionado entre los fundadores, en 1916, del ya legendario Cuarteto Oriental, y para algunos, en el año 1920, devenido en Sexteto Habanero, agrupación con la que el actualmente oscuro tresero Ricardo Martínez realizó decenas de grabaciones. ¿A caso la sonoridad del tres en esos registros no despierta la curiosidad por saber quien lo ejecuta?
Ricardo Martínez llegó a la capital cubana, probablemente en el ya citado entrecruce de los siglos XIX y XX, junto a los también treseros santiagueros Jesús Laborí y Santiago “El Jamaiquino”, Coffigní, y que en mi modesta opinión, considero como los primeros treseros santiagueros, que de manera abierta, se dieron a conocer en La Habana para transmitir el secreto de su ejecución a los guitarristas capitalinos, Manuel Menocal y Alfredo Boloña. O quien recuerda ya, la sonoridad del tres del más que olvidado Pillo Ortega, en los registros fonográficos realizados a su histórica Ronda Lírica Oriental.
Tampoco se relacionan a otros legendarios “rayadores” del tres, como los santiagueros Santiago Blondí y Juan Ferrer; o a los hermanos Evaristo y Manuel Sánchez, estos últimos y según testimonio escrito por el citado tresero santiaguero Pillo Ortega,  (…) interpretaban con el tres boleros y sonsitos de época (…)” y que respetando el crédito de Pillo Ortega, fueron los que alrededor del año 1907 “(…) fabricaron los primeros tres de perita vistos en Santiago de Cuba (…)” Fíjense bien en el vocablo: “vistos”, y no como afirman algunos:  “los primeros fabricados en Santiago de Cuba”, o peor aún, en Cuba.
Por otra parte, hay que atenerse a las revelaciones de la memoria histórica de Sindo Garay, quien le comentara al musicólogo Eduardo Sánchez de Fuentes, y años después al maestro Odilio Urfé, sobre los posibles aportes del casi mítico tresero Nene Manfugás: veamos: “(…)  Era Nené Manfugás un negro colorao que tocaba un raro instrumento con tres cuerdas y fue el primero que yo vi (…) Fíjense que Sindo afirma que fue el primero que él viera, no el primero en la historia como afirman algunos.
Por otra parte, el investigador Jesús Blanco y el que les habla, tuvieron acceso a una libreta que dejara Pillo Ortega, fechada en 1924, en poder del tresero y guitarrista habanero Francisco Ilincheta, mas conocido por “Panchito Salvaje”, donde el famoso tresero santiaguero Pillo Ortega, confirma la fecha de su nacimiento en 1882, y afirma: “(…) En los carnavales de Santiago de 1892 con solo 10 años, vi a un negro colorao [vuelve el empleo del vocablo colorao], alto, fornido y de facciones toscas que meneaba la cabeza al compás de ritmo. Era Nené Manfugás, que tocaba un extraño instrumento rustico, que tenía la forma de una cajita cuadrada de pino sin pulir, con brazo parecido al de una guitarra, pero más corto y tres cuerdas de hilo encerado, se decía que Nené lo había traído de Baracoa y allí lo había aprendido a tocar (…) Observen que no queda claro, como lo afirman muchos, que Nené fuera baracoeso, sino que “allí lo había aprendido a tocar”. Pero hay más en esta libreta de Pillo Ortega que se torna interesante: veamos “(…) ya en 1897 vi que el tres se había cambiado para tres pares de cuerdas de acero y la gente conseguía guitarras chiquitas para hacerlo, pues estas sonaban más agudas (…)” Y continua Pillo Ortega “(…) en 1902 yo hice la estudiantina “La Cubana”  con dos tres, yo primo y Yayo segundo; Felipe Valverde guitarra; Carlos Calero timbales, Joselito el guiro; Emiliano Pacheco, botija y de los otros no recuerdo pues hace muchos años. Luego en 1908 le metí el cornetín que lo tocaba Fermín (…)”. Resulta posible que esta sea una de las primeras referencias a una estudiantina sonera.
Muy poco, o casi nunca, se habla de la tresera, (que murió más que centenaria 1857-1969) Felicita Haig Havre, conocida como “Negra con pelo”, y a la que en múltiples ocasiones se vio acompañando a Nené Manfugás; desconocemos si Felicita Haig fuera santiaguera o guantanamera, lo cierto es que siempre estuvo establecida en Santiago de Cuba. O el lamentable caso de otras destacadas treseras, bongoseras y guitarristas santiagueras ya lamentablemente olvidadas.
De manera providencial, el nombre de algunos otros importantes ejecutantes del tres y el cuatro de épocas pasadas, se salvan para la historiografía musical cubana, cuando se emprende la relación de célebres, o no, agrupaciones soneras que alcanzaron el recurso fonográfico, entre otras, la estudiantina de los Hermanos Valera, la Estudiantina Típica Oriental, fundada por Pablo Armiñan con Delfino Puentes en el tres; La Estudiantina Invencible, la estudiantina del sensacional tresero Mozo” Borgellá; la del ya mencionado Ricardo Martínez, las Estudiantina La Cubana (1908) (primera en introducir la trompeta en el son) y la Ronda Lírica Oriental del tresero Pillo Ortega y el célebre guitarrista Ángel Almenares; y por último, La estudiantina Invasora (1927) y la célebre estudiantina “La arrolladora” de Narciso Sánchez, que lamentablemente no llegó al recurso discográfico, y  del que solo conocemos por una foto.
Todas estas agrupaciones, en mucho contribuyeron a perfilar, no tan solo la configuración instrumental, en principio, básica para interpretar el Son Oriental de entonces, y que por fortuna, enunciaron características, estilos, formatos y una timbrica esencial, pero lamentablemente nada más acerca de ellos.
Tampoco ya nadie parece recordar en Santiago de Cuba al dúo de treseros Dilú y Erú, excelentes soneros y que además, tocaban valses y boleros; al dueto de treseros santiagueros conformado por Miguel Montes y Aurelio Echavarría; el afamado dúo de Narciso Echavarría y Miguel Montes; la estudiantina de  Emilio Corales y Ventura Jardines, y mucho después la de la Radioemisora CMKR de Rigoberto “Maduro” Echevarria, se dice que excelente tresero y cuatrísta.

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