El ambiente y las enfermedades alérgicas (II)
18 de julio de 2022
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“Los potentes vínculos afectivos que a menudo desarrollan
las personas con sus mascotas generan intensos conflictos
cuando el paciente se hace alérgico al animal de compañía”.
¿Son frecuentes las enfermedades alérgicas? La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha llegado a clasificar las enfermedades alérgicas (EA) entre las seis patologías más frecuentes del mundo. Se estima que pueden afectar al 20-25 % de la población mundial, resultando más afectados los países desarrollados e industrializados que el resto.
Las EA, constituyen la patología más frecuente en la infancia, de entre las enfermedades crónicas que se pueden presentar en esa etapa. No obstante, existen diferencias notables en la frecuencia de presentación de las distintas EA en las distintas áreas geográficas del mundo. El asma bronquial, por ejemplo, es más frecuente en zonas costeras e insulares.
No existen datos definitivos de la frecuencia con que se presentan las distintas EA, existiendo disparidad de resultados en los distintos estudios realizados. Sin embargo, sí se dispone de datos fiables acerca del motivo de la consulta a los alergólogos de los pacientes, siendo la rinitis alérgica, el asma y la alergia a los medicamentos los que ocupan los tres primeros lugares con una frecuencia aproximada del 54, 23 y 17 % respectivamente.
En los niños, la rinitis alérgica es el proceso más frecuente, le sigue el asma, y la dermatitis atópica. Luego la alergia a alimentos que afecta aproximadamente al 3-5 % de la población infantil.
Aparte de la alta frecuencia de las EA, también es muy importante su tendencia. Durante la segunda mitad del siglo XX han sufrido un incremento espectacular, se ha multiplicado su prevalencia por cinco en los países desarrollados. Sin embargo, parece que la tendencia en la última década es hacia el estancamiento, incluso hacia un ligero decrecimiento.
La opinión pública, en general, tiende a considerar a las EA como entidades molestas pero insignificantes. Esta percepción, a veces, es compartida también por algunos médicos. Detrás de estornudos repetidos o un prurito inesperado, aparentemente poco trascendentes, se esconden importantes limitaciones en las actividades cotidianas y un notable deterioro en la calidad de vida de los pacientes con EA. Es muy importante que el paciente sea consciente de ello y que no se resigne a asumir que esa situación es normal en él. En un alto porcentaje de casos, la mayor parte de las restricciones que encuentran los pacientes en su vida cotidiana pueden desaparecer con un diagnóstico y tratamiento apropiados.
Más del 60 % de los pacientes admiten limitaciones en la actividad física y en el trabajo, mientras que casi la tercera parte admite limitaciones en la conducción de vehículos. Los pacientes con asma parecen sufrir una situación peor: hasta el 90 % admite limitaciones en su actividad diaria. Por lo tanto, una forma muy fiable de cuantificar la interferencia de las EA en la vida cotidiana es la utilización, por parte de los médicos alergólogos, del uso de un cuestionario de calidad de vida relacionada con la salud.
El coste económico de las EA es muy superior al que se podría sospechar. La OMS estima que solo en el asma se invierte el 1 % de todos los recursos sanitarios a nivel mundial, siendo el impacto socioeconómico similar al de la diabetes, la esquizofrenia o la cirrosis hepática.
Aunque los procesos alérgicos leves o moderados predominan sobre los graves, hay cuadros clínicos que constituyen una amenaza para la vida. Se estima que 250.000 personas, en todo el mundo, mueren de asma cada año, o al menos, acortan su vida por la enfermedad. A esto habría que sumar las complicaciones del tratamiento, que generalmente se reducen a los pocos pacientes que actualmente tienen que tomar corticoides orales o inyectados de forma continua, para alcanzar un mínimo grado de control de la enfermedad. Aunque la magnitud del problema no se conoce con exactitud, hasta el 5 % de los asmáticos, en las previsiones menos optimistas, podría encontrarse en esta situación.
Las reacciones anafilácticas constituyen el otro gran grupo de EA que pueden poner en riesgo la vida del paciente. La anafilaxia suele manifestarse con síntomas cutáneos como urticaria y angioedema, junto con la afectación de otros sistemas como el respiratorio, cardiovascular o digestivo. De las reacciones más graves, las catalogadas como shock anafiláctico, se presentan entre 3 y 10 casos nuevos al año por cada 100.000 habitantes, con una mortalidad que llega hasta el 6,5 %, muy superior a la de las reacciones anafilácticas en general.
La alergia a los medicamentos, a los alimentos y a las picaduras de himenópteros (abejas y avispas) constituyen los factores precipitantes más frecuentes de este tipo de cuadros clínicos, resultando esencial identificarlos con la máxima precisión posible, con objeto de evitar nuevas exposiciones a los mismos.
Los fenómenos que han causado la eclosión de las enfermedades alérgicas en la segunda mitad del siglo XX siguen sin aclararse por completo, aunque se sabe que detrás de este suceso hay una complicada interacción entre la constitución genética y las modificaciones en el estilo de vida y en el medio ambiente. Además, la historia natural de las EA les confiere un carácter singular, de manera que el mismo individuo va superando distintas etapas con diversas manifestaciones clínicas a lo largo de su vida.
Curiosidades. El asma y la alergia influyeron en la obra de escritores como Marcel Proust, José Lezama Lima, Mario Benedetti y músicos como Antonio Vivaldi, Alban Berg y Arnold Schönberg.
Recordemos que… “La naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Solo hay un modo de que ella perdure: respetarla y servirle.
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