Melilla… y algo más
28 de junio de 2022
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Melilla se puede catalogar una ciudad «cementerio», luego que el último fin de semana allí murieran 37 migrantes saharauis que formaban parte de varios cientos de personas con sed y hambre, que buscaban llegar a Europa, y para ello se arriesgaran a cruzar una alta malla metálica que separa el territorio marroquí del español.
Es una ciudad autónoma española de solo 12,3 km cuadrados y unos 85 000 habitantes, al norte de África, a orillas del Mar Mediterráneo.
Pero su vida transcurre, necesariamente, en medio de la situación migratoria existente y de las políticas cambiantes de muchos gobiernos europeos que, lejos de combatir las causas de la migración, lo que combaten son a los indefensos migrantes, en la mayoría de las casos provenientes de las ex colonias que sembró el colonialismo europeo en la región africana.
«No son muertes, son asesinatos», expresaron distintas asociaciones antirracistas y a favor de los derechos de los inmigrantes que han convocado a manifestantes en toda España para protestar contra la que llaman «la masacre de Melilla».
«Ni un paso atrás contra el racismo institucional, auto organización migrante y antirracista», reza el texto, que insta a los participantes a vestir de negro durante la manifestación y llevar una flor.
Por su parte, la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), ha denunciado que «las tarimas y el suelo están manchados de la sangre de los migrantes y la morgue está llena».
La propia organización advirtió que lo ocurrido en Melilla «es un desastre real que muestra las primeras consecuencias de los últimos acuerdos entre España y Marruecos», posición contraria al reconocimiento por parte de Madrid de la República Árabe Saharaui Democrática.
Según Helena Maleno Garzón, defensora de derechos humanos en la ONG Caminando Fronteras, el número de muertos se elevó a 37. «Las víctimas de la tragedia de Melilla agonizaron durante horas bajo la cruel mirada de aquellos que debían socorrerles y no lo hicieron», denunció.
No obstante, el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, aplaudió la «extraordinaria cooperación» con Marruecos durante el incidente fronterizo, asegurando que esto demuestra la necesidad de que ambos países mantengan una colaboración estrecha en materia de lucha contra la inmigración irregular».
Hoy, el Sáhara Occidental continúa siendo uno de los 17 países del mundo pendiente de descolonizar, de acuerdo con el Comité Especial de Descolonización de la ONU.
En ese contexto colonial, el compromiso que España asumió en 1974, ahora se pretende sepultar con la aceptación de la propuesta de Marruecos, de otorgar la autonomía al Sáhara dentro de su territorio, planteamiento que se aleja del referéndum de autodeterminación exigido por la ONU y que no se ha llegado a concretar.
El actual gobernante español acordó con su homólogo marroquí un cambio de postura respecto al Sahara, dejando al pueblo saharaui en situación de irregularidad, advierten las ONG citadas.
Ya en 1975, España había abandonado la antigua colonia y provincia del Sahara y, a través de un acuerdo, se dejaba el territorio saharaui en manos de marroquíes y mauritanos, lo que fue rechazado por la ONU.
A pesar de ello, Marruecos reclamó para sí el Sáhara, lanzando sobre el territorio la llamada «Mancha verde», una procesión de más de 300 000 civiles y militares, según distintas fuente, que ocupó gran parte de la región y empujó al exilio a miles de saharauis.
Desde 1991, el Consejo de Seguridad de la ONU prometió la celebración de un referéndum de autodeterminación para decidir sobre la independencia o integración de Marruecos. Pero el referéndum no se ha efectuado y lejos de ello, los saharauis siguen viviendo como parias en su propio territorio.
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