Ramón Peón: un fiel enamorado del séptimo arte (II)
5 de mayo de 2022
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Desde los comienzos de su labor en los estudios mexicanos, el director de la cinta “ Virgen de la Caridad” se caracterizó por un febril ritmo de trabajo y su compulsivo deseo de filmar las 24 horas del día… de haber sido posible, como afirmaran Arturo Agramonte y Luciano Castillo en su libro “Ramón Peón, El hombre de los glóbulos negros”.
Como es de suponer, esta arrolladora precipitación del cubano Ramón Peón tuvo que incidir en los resultados estéticos de sus películas.
No obstante, dejó su huella entre los fundadores del cine azteca, al que contribuyó, con su aporte, entre otros aspectos, a la formación de algunas de las llamadas mitologías del séptimo arte de ese país: el clásico macho ranchero, personificado por el ídolo Jorge Negrete y la abuelita legendaria, encarnada por Sara García.
Sin olvidar a la “malvadísima” Olga, interpretada por la actriz Consuelo Moreno, en “Mujeres sin alma” y que como definiera Carlos Monsiváis, fue un antecedente de las mujeres fatales, ambiciosas y adúlteras al estilo de las futuras María Félix y Gloria Marín.
Hacer cine en Cuba fue siempre una constante en la existencia de Ramón Peón, quien interrumpió tres veces su labor en los estudios mexicanos, donde llegó a ser un creador muy reconocido, para regresar a la patria para tratar de cumplir sus románticos sueños.
De la etapa más fecunda de aquellos empeños en su tierra natal quedan muestras de su abundante filmografía, en la que se destaca “El romance del palmar” película en la que Rita Montaner, en una memorable conjunción de imagen y melodía, interpreta El manisero, de Moisés Simons.
Ramón Peón fue un enamorado del séptimo arte. Cierto que su copiosa obra no resiste un riguroso análisis crítico de orden estético, pero tiene el singular mérito de ser uno de los primeros cubanos que soñó con hacer cine, una y otra vez.
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