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Los países insulares del Pacífico sur

25 de abril de 2022

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Habiendo desaparecido de la visibilidad de la opinión pública y los medios de prensa internacionales desde hace un buen tiempo -con excepción de los terremotos y otros desastres- los países insulares del Pacífico Sur han reaparecido esta vez con motivo de la tensa situación creada en esa región por parte del gobierno imperialista de Estados Unidos y algunos socios que aspiran a extender hasta allí su poder hegemónico de dominación, que perdieron cuando esas islas alcanzaron su soberanía e independencia hace varias décadas.

Posterior a la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico, esa zona había sido utilizada sucesivamente como escenario para pruebas del armamento nuclear de las grandes potencias, cargando sobre esas poblaciones indefensas todas las consecuencias ecológicas y contaminantes que aquella serie de pruebas de los artefactos criminales atómicos o de hidrógeno les ocasionaban.

Los nombres de Bikini y el atolón de Mururoa se hicieron mundialmente conocidos, -por citar solo dos ejemplos- como escenarios donde Estados Unidos y Francia realizaban impunemente las pruebas de estos artefactos de guerras con los que aún amenazan.

La lejana región, vista como uno de los “oscuros rincones del mundo” que citara el genocida Bush hijo, vuelve a los primeros planos de actualidad en medio de las pretensiones declaradas del imperio yanqui de convertir al Pacífico en una región estratégica dominada por la influencia y su presencia militar y naval, tal como anunció el presidente Obama en su momento y se recoge en los planes de seguridad nacional de Washington hasta hoy.

De manera sorprendente y tras haber suscrito recientemente el pacto militar AUKUS con Australia y Gran Bretaña, el gobierno de Estados Unidos ha expresado inconformidad y disgusto con el importante acuerdo de cooperación en múltiples esferas firmado por la República Popular China con las Islas Salomón, uno de los países del área que se ha destacado por su política exterior activa e independiente.

Según la incomprensible injerencista reacción del agresivo imperio -siempre en su pretendido papel hegemónico del que se considera dotado “por mandato divino”- no es admisible que China y Salomón, en uso de los derechos que le asisten como países soberanos, independientes y vecinos de una misma región, suscriban el citado acuerdo de colaboración, ayuda y amistad, que no está dirigido contra ni una otra nación y pueblo en particular.

Tal delirio mueve a indignación o risa o ambas cosas a la vez. Los países insulares del Pacífico Sur merecen respeto y reconocimiento por sostener, en medio de su pequeñez, difíciles condiciones, desastres naturales y peligros del cambio climático, una posición digna. Las Islas Salomón son un buen ejemplo de ello.

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