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China, en la cima de la educación

28 de febrero de 2022

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Desde el inicio de la Revolución Cubana, Fidel dio el máximo impulso a la educación y, tras alfabetizar al pueblo, puso énfasis en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, algo que ha sido extremadamente provechoso, como se ha demostrado en estos tiempos de la pandemia del nuevo coronavirus.
Unas seis décadas después, el presidente argentino, Alberto Fernández, acaba de destinar un presupuesto millonario para el desarrollo de la ciencia y la tecnología, con el fin de fortalecer plenamente a una nación que en Latinoamérica no es de la más atrasada.
Hay muchas causas para que esto no pueda ser seguido, debido a la ineptitud de algunos gobiernos, que dejan a sus pueblos dependientes de oligarquías y empresas ligadas con consorcios extranjeros que para nada piensan en el desarrollo, sino en cómo explotar mejor las riquezas ajenas.
Alfabetización, desarrollo de la ciencia y la tecnología son palabras extrañas para parte de la humanidad, y en esa condición estuvo ubicada China hasta el triunfo de su Revolución. No fue fácil comenzar la educación de una nación tan vasta, extremadamente poblada y con zonas realmente atrasadas, por lo que hace poco más de una década no se pudo aplicar una política de avanzada en tales lugares.
Esto último se puede apreciar en la muy buena película china Ni uno menos, un sencillo, pero conmovedor y revelador ejemplo de cómo ese pueblo salió de tal condición y se convirtió en la segunda nación más desarrollada del mundo, solo superada por Estados Unidos.
No todo fue color de rosa, porque se tenía que luchar al mismo tempo contra la pobreza en la que se encontraban más de 800 millones de personas.
Siempre el factor educacional fue el estímulo preponderante, aunque se tuvo que partir de fórmulas toscas, como muestra la producción cinematográfica Ni uno menos, con una realidad a la que no es ajena la mayoría de los pueblos de países con alta deserción escolar, producido por un factor predominante: la pobreza, detonante que hace que los estudiantes prioricen quedarse en el hogar, pues sus padres los ven como una fuente nueva de ingreso, como un aporte a mejorar la economía de la familia.

 

PENSAR EN MIL AÑOS

 
Así decía Confucio: “Si piensas en años, planta una semilla; si piensas en diez años, un árbol; si piensas en mil años, enseña a la gente”.
China es un ejemplo de creatividad, pese a la propaganda en contra a nivel internacional sobre su educación, que trata de soslayar que desde sus raíces tiene elementos que confluyen a la independencia, la reflexión, el autocontrol y la inteligencia, sin desconocer su esencia cultural.
En la actualidad, China ostenta un impresionante y original progreso en la ciencia, la tecnología y la educación, escenario que se contrapone a los argumentos occidentales que aseguran que los métodos pedagógicos vigentes en el país favorecen un aprendizaje superficial y memorístico que atrofia la capacidad analítica de los estudiantes y, por tanto, reducen la capacidad creativa.
De ahí que el gigante asiático sea un hito en materia de desarrollo económico y social en la historia reciente de la humanidad. De ser una nación eclipsada y desconocida hace un siglo, con una población mayoritariamente campesina y semifeudal, con un analfabetismo del 90% de la población adulta, pasó a un escenario radicalmente opuesto, donde los ya mencionados 800 millones de sus habitantes salieron de la pobreza y erradicó casi por completo el analfabetismo, reducido al 2%.
China se enorgullece de contar con ciudades modernas como Shanghái, una población con magníficos estándares de vida y de educación y, sobretodo, grandes desarrollos en ciencia y tecnología, que le dan ventajas competitivas en un mundo globalizado.
Los recién concluidos juegos olímpicos de invierno, a pesar del boicot político de EE.UU. y algunos países subordinados a este, mostraron al mundo una nación pujante, con una infraestructura que compite en calidad y tecnología de punta.
China, vuelvo a subrayar, es la segunda economía más importante detrás de Estados Unidos, con fuertes inversiones en infraestructura y un modelo en el manejo del COVID-19 con disciplina social y rápido desarrollo de las vacunas, lo cual habla muy bien de su comunidad científica y sus avances en investigación acompañado de una cultura milenaria.
La política estatal y partidista se apoya en el nacionalismo que mantiene su identidad cultural, sin pretensión de imponerla a ninguna nación, así como de un pragmatismo que sintetizó Den Xiaping para equilibrar el modelo ideológico exacerbado: “No importa si el gato es negro o blanco, mientras cace ratones”. Den agrego el cómo superar el atraso a partir de la ciencia y la tecnología.
Sí, porque la clave para alcanzar la modernización está en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, y si no se presta atención a la educación, resultaría imposible tal desarrollo.
Al parecer, China se encuentra a 20 años por delante de los países desarrollados en los campos de la ciencia, la tecnología y la educación, tal como expresó y luego reiteró Henry Kissinger, nada amigo de China y de los pueblos.
A partir de los pilares establecidos por Den (1978-1989), y seguidos por Jiang Zemin (1989-2002), Ha Jintao (2002-2012) y Xi Jinping (2012 hasta la fecha), China ha experimentado un crecimiento acelerado nunca antes visto en la historia reciente de la humanidad. Este crecimiento aumento la participación en el Producto Interno Bruto mundial del 1% al 15% y multiplicó el PIB per cápita 60 veces, lo que permitió la erradicación de la pobreza, política liderada por Xi Jinping.
El estímulo a la ciencia y la tecnología basado en el impulso a la educación son claves para entender el fenómeno de crecimiento exponencial y su desarrollo social.
La filosofía confuciana se toma como referente obligado, es decir la educación para toda la vida, teniendo en cuenta las múltiples inteligencias y habilidades de las personas. Va quedando atrás la situación planteada en Ni uno menos, admirable filme en que, sin proponérselo, genera otra máxima confuciana que hoy se vuelve imprescindible:
“La educación genera confianza. La confianza genera esperanza. La esperanza genera paz.”

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