Julio Travieso Serrano: el ejercicio de escribir
12 de febrero de 2023
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No creo, en realidad, que Julio Travieso Serrano haya imaginado, cuando escribía su novela El polvo y el oro, que esta obra se convertiría en un texto referencial de las letras cubanas contemporáneas, elogiado –algo no siempre fácil de lograr– tanto por los lectores como por la crítica.
Con trece ediciones dentro y fuera de la isla, galardonada con el Premio Razón de Ser, el Premio Mazatlán de Literatura de México, el Premio de la Crítica Literaria de Cuba y finalista del Premio Rómulo Gallegos de Venezuela. El polvo y el oro propone una lúcida mirada a dos siglos de historia de la nación cubana.
–Fue la obra –me comenta Travieso Serrano casi tres décadas después de la primera edición de la novela– que más tiempo me llevó concluir, ocho años. Me propuse contar la historia de una familia cubana a lo largo de seis generaciones. También quise que lo real en las vidas de esas generaciones se entrecruzara con lo mágico de las religiones afrocubanas, que lo mágico siempre estuviera latente tras lo real. Así, un espíritu maléfico influyendo, supuestamente, sobre la vida de la familia. Creo que lo logré y estoy satisfecho.
No considera, sin embargo, que El polvo y el oro haya sido su novela más difícil de pensar y escribir, dentro de una bibliografía que incluye, entre otros títulos, Cuando la noche muera (1981), Premio UNEAC de Novela Cirilo Villaverde, y Llueve sobre La Habana (2004).
–El Enviado es mi novela más compleja y la que mayor esfuerzo requirió en cuanto a información y escritura. Todo partió de mis lecturas y mi gran interés por el fascinante mundo del imperio romano, las antiguas religiones orientales y las sectas heréticas, secretas, digamos los seguidores de Arhimán, los gnósticos, los bogomilos, los cátaros. Un mundo que quise recrear en una novela histórica. Lo presenté en tres épocas diferentes y cinco escenarios, la Roma de Nerón, el sur de Francia en el siglo XIII, las actuales Moscú, Nueva York, Ciudad de México. Tuve que hacer un gran esfuerzo para engarzar una trama general en un universo tan vasto. De las enseñanzas de las sectas secretas, vistas en la novela se desprende una pregunta: ¿Es posible que haciendo el Bien se llegue al Mal y a la inversa?
Nacido en la capital cubana, en 1940, graduado como Doctor en Economía y Master en Ciencias en la antigua Unión Soviética –país donde residió por varios años–, Julio Travieso Serrano se interesó en el mundo de la literatura desde su más temprana infancia.
–Eso fue gracias a mi madre, Violeta, historiadora, con varios libros sobre la Intendencia de Hacienda, El Real Consulado y la historia del ferrocarril en Cuba, escribía poesía. Desde temprano me inculcó el amor por la historia y la literatura y me alentó a escribir.
A la literatura llegaría a través del cuento –su primer libro publicado es Días de guerra (1967), Premio Concurso Editorial Granma–, género que no ha abandonado y que le permitió, como confiesa, dejar testimonio de su activa participación en la lucha contra la dictadura batistiana.
–Así fue. Quise testimoniar, desde la literatura, lo que me sucedió. A los catorce años fui detenido por la policía; luego, en una segunda detención, fui torturado y enviado a la cárcel donde estuve hasta el primero de enero de 1959. Esos sucesos y otros similares, los volqué en la literatura.
Otros géneros literarios le han preocupado, y ocupado, a lo largo de más de medio siglo de vida intelectual –en que también, por cierto, ha ejercido la docencia y se ha desempeñado como traductor–, como la literatura para adolescentes, que le llevó a escribir la narración El libro de Pegaso (2011).
–Me interesa el género, pero, por el momento, no pienso volver a él. Soy un enamorado de Alicia y sus aventuras, con gatos, reinas de la baraja y otros deliciosos absurdos. Siempre quise adentrarme en literatura para adolescentes con una historia en esa misma línea de sueños y fantasías. A lo interior se sumó el que tengo una nieta que nació y vive en Nueva York a la que quise dedicarle un libro especial para ella. De tal unión nació El libro de Pegaso.
En cuanto a la prosa reflexiva, Travieso Serrano solo ha publicado El verdugo y su conciencia (2019), aunque valora reeditar algunos ensayos y artículos aparecidos en Moscú, España y México, como un largo estudio sobre Los pasos perdidos, de Alejo Carpentier, incluido en una edición crítica de esa novela.
–Mis libros son mis hijos y no tengo a ninguno como mejor que otro. Hay libros, sin embargo, que, al escribirlos, alegran. Entre ellos, El cuaderno de los disparates. Lo comencé a escribir en Nueva York donde daba un curso en una universidad. Entre clase y clase, entre paseo y paseo por la ciudad, nacieron sus primeras líneas. Entonces, a medida que avanzaba y como si estuviera leyendo el libro de otro escritor, comencé a reírme con las ocurrencias del loco personaje. Ojalá que aquellos que lo lean se alegren. Aunque, atención, no es libro de diversión, sino de reflexión.
Confiesa que le gustaría escribir la saga de una familia cubana desde 1959 hasta la actualidad y prefiere no hablar de voces que le han influido –pues ello puede llevar al olvido–, aunque sí menciona algunas obras que más le han conmovido y que relee con gusto: Guerra y paz, El Maestro y Margarita, El castillo, Fiesta, El siglo de las luces, Yo, el supremo, El aleph…
Dueño de una de las más valiosas bibliotecas personales del país –que le ha permitido disfrutar de piezas raras de la gran literatura, lo cual le estimula al escribir–, para Travieso Serrano el libro no ha dejado de ser ese objeto que ha guardado y trasmitido nuestra cultura, que nos hace reflexionar y nos provoca satisfacción.
En estos inicios de un nuevo siglo y milenio, ante el vertiginoso avance delas tecnologías, no niega la existencia del libro en formato digital, si esa fuera –aclara– la única manera de que leyeran sus obras, aunque, por suerte, aún no se ha enfrentado a esa experiencia.
–Me preguntas sobre mi proceso creativo, cómo concibo y cómo escribo un libro. Pues eso ocurre cuando un acontecimiento, un tema, algo que me gustaría narrar, me llega a la cabeza. Si al pasar el tiempo, sigue ahí, comienzo a tomarlo en serio. Si me decido, se inicia el proceso de investigación sobre el tema en cuestión. Luego es asunto de nalgas horas ante el ordenador. Finalmente, llega la revisión, una y otra vez, hasta que el libro va a la imprenta. Un ejercicio literario, como verás, con mucha imaginación, pensamiento, entusiasmo, con mucho tiempo frente a la computadora.
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