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Criterios sobre inclusión y accesibilidad en la gestión turística: por una necesidad objetiva y un sentido humano

20 de diciembre de 2021

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Fotos tomadas del perfil de Facebook de Orlando Ramos Blanco

 

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La Agencia de Viajes San Cristóbal de la Oficina del Historiador de La Habana participa en el Taller VIII de la IV Cumbre Iberoamericana de Turismo Accesible, con el tema “Acercando la Historia y el Patrimonio Cultural de la Nación cubana a TODOS”.

 

Recién culminó en La Habana la IV Cumbre Iberoamericana de Turismo Accesible, y nos complace conversar con Orlando Ramos Blanco, presidente de la Agencia de Viajes San Cristóbal, de la Oficina del Historiador de la Ciudad, sobre las estrategias para crear espacios con mayor accesibilidad y mayor equidad e inclusión social y detallar algunas de las acciones que se desarrollan en el Centro Histórico habanero para propiciar que sea cada vez más accesible y amigable para todos.

 

El término «discapacidad» ha sido valorado desde la perspectiva de buscar un denominador que sea el más justo, el más adecuado, que permita un ámbito de inclusión y de equidad, que no menosprecie y así ha pasado por diferentes palabras o vocablos que se supone que son los más acertados, sobre esto ¿qué nos puedes comentar?

Todavía a nivel de medios de comunicación masiva, a nivel de la televisión, a nivel de la radio, incluso en algunos documentos normativos se aprecian términos que responden a un paradigma anterior que ya está siendo vencido.

Hay un punto de inflexión en la consideración de la discapacidad que se produjo en el año 2006, y fue la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con problemas de discapacidad. A partir de esta convención, de la cual Cuba es uno de los países signatarios, se acuña el término «discapacidad».

Otros términos ―y que vale la pena recordar, aunque suenen un poco peyorativos, discriminatorios o penosos―, como minusválidos, personas con problemas, impedidos, etc., corresponden a un periodo social importante, en el que la discapacidad fue vista desde un paradigma clínico, que es un paradigma asistencialista.

Ese paradigma consideraba que estas personas, que adquirían o que nacían con una discapacidad, debían recibir un tratamiento médico, un tratamiento clínico, algo que los enmendara y los llevara a unas supuestas condiciones de «normalidad».

Dicho paradigma llevó aparejado unas políticas de asistencia social, de ahí que se denomine el paradigma médico asistencialista, en el que a partir de las políticas públicas se destinaban fondos para asistir de manera selectiva, un poco en discriminación positiva, a este grupo de personas.

Esta Convención ―que cambia el punto de giro― aboga por hacer entender la discapacidad desde el paradigma de un constructo social, es decir desde un paradigma social y estructural.

Las preguntas son: ¿La persona nace con esas capacidades o la persona adquiere esas capacidades?, ¿cómo se pone de manifiesto la discapacidad? La respuesta es: Únicamente cuando esa persona, cuando ese ser humano interactúa con el medio. Por tanto, a partir de este momento comienza a entenderse el medio social como un entorno discapacitante.

No es lo mismo ver a una persona con discapacidad como una persona que esté impedida interactuando con el medio a cuando ya se entiende que es el entorno, que es la sociedad la que debe prepararse para todo tipo de personas, más allá de sus capacidades, y sobre todo esta Convención aboga por el derecho de las personas a acceder a todos los recursos, a todos los servicios, a todas las oportunidades sin distinción de personas con o sin discapacidad, y, sobre todo, porque las personas con discapacidad puedan serlo con autonomía, con relativa independencia y en igualdad de condiciones.

 

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No se trata de buscar adaptaciones ni de crear soluciones que discriminen positivamente. Tampoco se trata de una consideración, de una generosidad, de una solidaridad. Se trata de un derecho, es un mandato legal, es un derecho humano. Está reconocido por la Convención Universal sobre los Derechos Humanos de las Naciones Unidas y está refrendada en esta Convención del año 2006.

Por tanto, todavía hoy yo considero que es mucho el trabajo que debiera hacerse a nivel de formación, de capacitación, sobre todo de aquellas personas que tienen una influencia importante por su repercusión social: comunicadores, periodistas y decisores públicos.

Es importante que los decisores públicos entiendan que ya desde nuestro marco constitucional la discapacidad es entendida con este nuevo enfoque. Todavía Cuba no tiene una ley de la discapacidad pero se supone que próximamente sea una de esas normas jurídicas que a partir de la nueva Constitución debe ser emitida.

 

Es como has dicho dar y crear oportunidades, ¿cómo valoras la accesibilidad en el contexto cubano?

Partimos del criterio de que en la medida en que logremos mayor accesibilidad siempre la discapacidad será proporcionalmente menor. A mayores soluciones de accesibilidad, mayores posibilidades de inclusión y menor manifestación posible de la discapacidad.

En el caso de Cuba, como ya comentaba, no existe una ley de la discapacidad. Las cifras, incluso, para poder analizar la cantidad de personas con discapacidad pasan también por un enfoque estadístico complejo. Hay algunos referentes del último Censo de Población y Vivienda que habla de un 5 % de la población cubana con discapacidad. Sin embargo, si consultas el Anuario Estadístico del año 2020, te das cuenta que esa cifra es sustancialmente inferior, y puede tener que ver con que algunos tipos de discapacidad han decrecido, pero también con que en el Anuario solo contemple aquellas personas que han sido acogidas por la seguridad social.

Existen más de ocho programas asociados a personas con discapacidad, incluso las madres con hijos con discapacidad severa están incluidas en esa cifra. Lo cierto es que la población cubana tiene un alto nivel de envejecimiento y el adulto mayor forma parte de este grupo de personas con discapacidad, sobre todo porque comienzan a prevalecer enfermedades crónicas.

Cada vez hay más bondades en el sistema de salud cubano, hay más soluciones desde el punto de vista de los tratamientos médicos, la esperanza de vida se va alargando, y las personas van perdiendo algunas de sus capacidades por el efecto de la larga vida.

Muchos expertos aseguran que el 15 % de la población mundial, unos mil millones de personas son personas con discapacidad. Las soluciones de accesibilidad beneficiarían a un 15 % de la población mundial, pero al mismo tiempo esas personas con discapacidad tienen familias, tienen amigos, tienen allegados, por tanto se estima que el 40 % de esas personas sean también beneficiados, pero a la larga todos somos beneficiarios directos porque en cualquier momento podemos ser una persona con discapacidad, puede ser una discapacidad permanente por un accidente, puede ser una discapacidad temporal por un yeso, una fractura. Quiere decir que todo lo que se pueda hacer en materia de accesibilidad va a garantizar siempre mayor inclusión.

Hay algunas personas que sin clasificar como personas con discapacidad son personas que no encuentran tampoco en el entorno social soluciones para sus características, por ejemplo, las personas con grandes tallas, las personas obesas, las personas pequeñas, los zurdos. El ser humano es diverso y las soluciones tienen que apostar por la diversidad del ser humano, porque el término «personas con discapacidad» centra en primer lugar a la persona y luego a la discapacidad como una condición que se pone de manifiesto cuando esa persona interactúa con un entorno que puede ser discapacitante.

 

Con relación a una zona como el Centro Histórico que es patrimonial, con una larga data y con criterios de construcción y urbanización que obviamente responden a una sensibilidad de época que no tenía en cuenta esta intención de inclusión, ¿cuáles serían los retos de un patrimonio que no debe ser modificado para enfrentarse a estas bondades de acceso para todos?

Esa es la gran disyuntiva, ¿son los centros históricos esencialmente entornos discapacitantes? Yo diría que sí. Son espacios físicos, espacios históricos que responden básicamente a un contexto urbano antiguo y responden a un contexto histórico, en el que la sensibilidad era otra y la manera de ver la discapacidad era otra. Estos centros históricos, en principio, son esencialmente discapacitantes, pero yo te diría que no necesariamente discapacitantes.

El caso del Centro Histórico de La Habana es un ejemplo para el resto de las ciudades patrimoniales de Cuba porque ya hay algunas soluciones de esta naturaleza. Los centros históricos son contenedores de grandes monumentos, de edificaciones, de inmuebles, con grandes valores patrimoniales, y ahí está también la defensa a ultranza de las autoridades del patrimonio.

Esta misma Convención de la que he estado hablando entiende la necesidad de preservar el patrimonio, no es en modo alguno hacer prevalecer la idea de que tenga que ser intervenido de manera arbitraria estableciendo soluciones de adaptación al patrimonio.

La mayor cantidad de museos, galerías de arte, bibliotecas, centros culturales de La Habana está en su Centro Histórico, ¿cómo hacer que cualquier persona pueda acceder a ellos? Hay soluciones importantes que son las virtuales, que no llevan un grado de agresión al entorno físico; hay soluciones de adaptación, soluciones de salva escalera. Yo he sido testigo de que en muchos edificios con altísimos valores patrimoniales hay siempre el modo de encontrar dónde colocar un elevador de carga que permita el acceso en silla de ruedas, que es una de las cosas que más nos limita.

 

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Creo que siempre debe haber un diálogo entre las autoridades del patrimonio y los decisores públicos con la consulta de las asociaciones de personas con discapacidad.

Hay algo que quiero precisar y es que en esta Convención se establece un precepto muy importante: «Nada de nosotros sin nosotros»No quiere esto decir que ahora aunque tengamos una dirección de proyectos, de inversiones, con experticia en este tipo de soluciones, seamos nosotros los que busquemos el diseño de las soluciones, hay que someterlo a consulta, al criterio de las asociaciones, sobre todo a la prueba de la persona que va a ser el destinatario de las soluciones.

En el caso nuestro, en el Centro Histórico de La Habana, tenemos grandes fortalezas: primero una voluntad política muy importante. Leal fue, y lo sabe todo el mundo, un humanista y un visionario muy comprometido con el tratamiento de la discapacidad y la inclusión.

Hay proyectos importantes que ya tienen larga data como es la sala Braille en la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena; está el proyecto Cultura entre las manos; hay una labor importante en favor de los grupos vulnerables como los adultos mayores del proyecto multicultural del Convento de Belén; las embarazadas de riesgo; el Centro Senén Casas Regueiro. La atención es esmerada, pero no deja de tener una nota de asistencialismo a esos grupos. La idea es pasar a un nuevo momento de tratamiento que está siendo muy bien fomentado, muy bien motivado desde la cooperación internacional.

Tenemos otra fortaleza que son varias herramientas de planificación urbana conformadas desde el conocimiento técnico de Plan Maestro. También mediante la cooperación internacional hay personas que llevan muchos años capacitándose y formándose en estos temas de la mano de instituciones en España y en Italia.

Yo estuve rastreando para una investigación la data de los proyectos de cooperación internacional y algunos de sus resultados más notables. El más antiguo que encontré es del año 2007, pero según Nely García Blanco, la directora de Cooperación Internacional, desde el año 2002 había proyectos de esa naturaleza en la Oficina.

Como resultado de proyectos de ese tipo se concibieron muchas soluciones de accesibilidad, justamente en el antiguo convento de Nuestra Señora de Belén y también en el entorno de la Plaza de Armas, con soluciones de rampas para mejorar la accesibilidad.

Hoy se están implementando otras iniciativas desde el punto de vista digital para hacer accesible la muestra de instituciones como el Museo de la Ciudad, emblemático en el Centro Histórico.

Otro de los resultados que es muy importante es la ruta accesible, en la accesibilidad física, que es una propuesta de inversión muy importante en los próximos años, y hay también todo un mapa a nivel de territorio de atriles con información en sistema Braille.

Sin embargo, va faltando pensamiento integrador, articulador de esas soluciones, que es donde nosotros estamos tratando de entrar desde la intermediación turística.

 

Realmente es una tendencia internacional proyectar un turismo con criterios de inclusión, y también nuestro país y muy especialmente la Agencia de Viajes San Cristóbal se han enfocado en establecer estrategias que permitan esta opción de turismo internacional hacia las personas que tienen discapacidad, sobre este tema en particular ¿qué nos comentarías?

La idea del turismo accesible ha ido evolucionando en varias etapas, hay varias definiciones, pero hasta hoy no hay una definición consensuada, no hay una definición internacionalmente reconocida de lo que es el turismo accesible. Sin embargo, lo que es cierto es que a la categoría turismo se le ha ido incorporando, como una necesidad importante, toda la evolución conceptual de las categorías de capacidad de accesibilidad e inclusión.

Por tanto, ahora más que hablar de turismo accesible, la tendencia mundial es a hablar de turismo para todos, que refrenda ese turismo que ya no se queda con la denominación de barreras físicas o barreras sociales, sino que evoluciona a la creación de espacios, de entornos turísticos que puedan ser disfrutados por todas las personas sin distinción de capacidades, sin distinción de género, sin distinción de razas.

El turismo, como sector internacional, ha evolucionado y ahora se habla de turismo para todos, que apuesta por las soluciones en los espacios turísticos sobre la base del criterio del diseño universal, lo cual no excluye determinado nivel de ayudas técnicas, y en algunos casos, como en los entornos patrimoniales, las soluciones de ajustes racionables pueden ser negociadas.

Gran cantidad de personas a nivel internacional viven con discapacidad, y conocen que tienen legítimo derecho de poder disfrutar del turismo, es un derecho. Por tanto, todo este grupo poblacional, su familia, sus amigos, constituyen una demanda turística, un nicho de mercado que todavía hoy está básicamente insatisfecho.

¿Por qué la insatisfacción de este importante grupo poblacional a nivel mundial? Porque realmente lo más importante en términos de turismo es que toda la cadena de formación de valor del producto o de la experiencia turística sea accesible, sea inclusiva; que desde que la persona se acerca a una página web del destino que le interesaría visitar tenga información que pueda ser consultada por personas con diferentes tipos de discapacidad, pero que al mismo tiempo, desde que llegue al aeropuerto sea un aeropuerto accesible, que la cadena de valor es esa representación lineal de todos los eslabones que atraviesa el visitante o el turista, los medios de transporte, las instalaciones hoteleras, los restaurantes, los bares estén preparados. Si no hay accesibilidad es muy difícil que pueda haber un turismo inclusivo.

Estas personas fidelizan mucho aquellos destinos que han apostado por la accesibilidad con mucha más participación y tienen un trabajo adelantado en ese sentido.

En el caso del destino Cuba, yo he revisado y hay documentos desde el año 2006 donde ya formaba parte de las políticas desarrollar el turismo accesible. Sin embargo, eso después nunca tuvo una repercusión en términos de implementación que fuese notable. Nosotros como cubanos vemos que todos estos eslabones de la cadena de valor no están todavía preparados para eso. A partir de la conceptualización del nuevo modelo económico y de todos los lineamientos que fueron refrendados en la Constitución sobre la política para el turismo se insiste mucho en la necesidad de diversificar los mercados emisores hacia Cuba. Este es un nicho de mercado sumamente importante y se insiste en incrementar la competitividad y el prestigio del destino Cuba.

Un destino turístico accesible, inclusivo, mejora la imagen, mejora la calidad de los servicios y mejora el prestigio del destino. Esto no puede verse únicamente desde el compromiso ético moral, hay que verlo también desde el mandato legal que es facilitar condiciones para que las personas discapacitadas puedan hacer uso de ese derecho que les asiste, pero también es una oportunidad de negocio, es una nueva línea de negocio para las empresas turísticas porque hay una demanda que tiene sobre todo en Europa un poder adquisitivo importante, y deseos de viajar y de conocer otros destinos que no sean aquellos a los que van siempre porque tienen determinadas soluciones de accesibilidad.

Ese turismo para todos no es una nueva modalidad turística ni tampoco es la sumatoria de soluciones de accesibilidad, eso es muy importante entenderlo. No es que ahora hagamos cinco cosas y digamos somos un destino turístico accesible. Tiene que haber presencia de soluciones de accesibilidad en toda esa larga cadena de formación de valor de la experiencia.

 

¿Y cuáles serían las principales modificaciones o acciones que habría que hacer para que nuestra infraestructura turística pudiera ser cada vez más accesible?

Hay dos cosas muy importantes que quizás marcan una segunda etapa. El año pasado se creó la Red de Turismo Accesible, que preside el Ministerio de Turismo, y formamos parte de ella todas las entidades que somos parte en nuestros ámbitos de fomentar acciones de accesibilidad e inclusión.

Creo que a nivel de Estado la máxima voluntad política está muy comprometida con este tipo de solución y también a nivel de instituciones el Ministerio de Turismo está en un momento muy importante. A nivel de país otra fortaleza es el encomiable esfuerzo que realizan las asociaciones cubanas de personas con discapacidad, que tienen un dominio técnico y unas competencias muchas veces asombrosas. Nos hemos acercado por nuestra necesidad de aprendizaje, y son personas con un dominio enorme de sus competencias y de sus perfiles. Creo que a partir de que se promulgue la nueva ley de personas con discapacidad será un momento muy importante para continuar avanzando.

¿Qué hacer? Pienso que a nivel de decisores y a nivel de prestadores de servicios todavía puede quedar cierto desconocimiento porque lo que es bueno es hacer conciencia de que cada barrera física o social que seamos capaces de derribar mediante la insistencia de las entidades turísticas con los prestadores, con las autoridades, con los expertos del patrimonio, los directores de museo. Cada barrera que se logre derribar es un paso más en favor de la justicia social, pero es muy importante que todos sepamos que si esos esfuerzos no se articulan, si no hay una visión integradora se quedan en esfuerzos aislados, por tanto, tiene que haber un equilibrio y una interacción entre todos los actores de cada localidad.

Nosotros somos una agencia de viajes, nuestra misión es la intermediación y eso nos permite poder tener mucho vínculo con los gestores culturales, los emprendedores, los modos de gestión no estatal, con las cadenas hoteleras, y por tanto, en la medida en que nosotros seamos capaces de insistir en todos estos ámbitos, también estaremos logrando ser un elemento dinamizador en favor de la accesibilidad y la inclusión en el Centro Histórico de La Habana.

 

Como bien has explicado desde hace muchos años se trabaja en el Centro Histórico de La Habana en proyectos de accesibilidad ¿Cuáles son las iniciativas que desde la Agencia San Cristóbal y con la colaboración de varias entidades de la Oficina del Historiador se han impulsado para ofrecer opciones de turismo más accesible?

Esto tiene que ser un concierto coral, al que cada una de las entidades de la Oficina tribute. Hicimos unos primeros intentos y logramos hacer el recorrido por el Capitolio Nacional en lenguaje de señas cubano. Fue todo un desafío. Logramos incluso probar ese recorrido con los alumnos sordos de la Escuela René Vilches del Cerro y fue impresionante la aceptación que tuvo ese recorrido.

Luego perfeccionamos ese recorrido y formamos nuestros propios recursos humanos, guías que ya dominan la lengua de señas, y logramos emplear a una joven cubana sorda, que es otra de las acciones importantes, dar opciones laborales. Las visitas públicas al Capitolio, las institucionales también, que son muchas, en lengua de señas son importantes.

 

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Cuando hablábamos de oportunidad de negocios nosotros vimos que a ese recorrido en lengua de señas por el Capitolio Nacional, que era para la comunidad sorda, se incorporaron algunas personas que, evidentemente, por su aspecto físico, no eran cubanas. Se incorporaron más de seis personas. Cuando conversamos con ellos eran centroamericanos que estaban de visita, y aun cuando las lenguas de señas son locales, es decir cada país tiene señas propias, lo cierto es que habían entendido gran parte del recorrido porque la lengua de señas es muy gestual, muy escénica.

Para elaborar estos productos hemos tenido la asesoría y la consulta permanente con las asociaciones y los sometemos a la prueba de las personas con discapacidad.

Hay otro recorrido que nos satisface mucho, sobre todo porque lo presentamos en un evento bianual que tiene Patrimonio Cultural, que es el Taller de Museología, sobre la museología inclusiva y el turismo para todos y fue interesante porque creamos el recorrido «Sentir para ver el patrimonio», que forma parte de nuestra carpeta. Tuvimos la magnífica colaboración de Leysbel Crespón, la directora del Museo de Arte Sacro, y logramos, con mapas de alto relieve impresos en acrílico y con algunas pequeñas reproducciones en 3D, que personas vivieran la experiencia de descubrir la Plaza de San Francisco de Asís, el Jardín Madre Teresa de Calcuta y una parte de la muestra del Museo de Arte Sacro, muchos se taparon los ojos y vinieron personas de la comunidad ciega.

Fue una experiencia sumamente interesante porque cuando hablábamos de sentir para ver el patrimonio recurrimos no solo a estos mapas con relieve sino también a otros recursos sensoriales, por ejemplo, el oído, el tacto, a la hora de identificar el metal en la escultura de la Madre Teresa de Calcuta, para dar algunos elementos descriptivos o leer una frase que está en la lápida de bronce.

Antes de finalizar ese recorrido se logró sacar, a la galería del primer claustro, una muestra de objetos museológicos que no tenían un gran valor patrimonial, pero si un gran valor simbólico: un rosario, una cruz, elementos importantísimos desde el punto de vista religioso que pudiesen ser tocados y que pudiesen ser descubiertos de manera sensorial.

Logramos reproducir a relieve el San Cristóbal del cuadro que corona el escenario de la Basílica Menor, y para finalizar el recorrido organizamos con uno de los prestadores, y por eso insistía tanto en la capacidad que tiene una agencia de viajes por su objeto social de ser un mediador, de incidir sobre determinados prestadores de servicios, y le pedimos a un prestador de la gestión no estatal que trajera los elementos, por separado, de lo que conforma un mojito cubano y que las personas pudieran ir probando cada uno de los elementos, algunos desde el punto de vista sensorial: el cítrico del limón, el azúcar, la temperatura del hielo y después degustar todos y brindar por el destino accesible de la museología en el Centro Histórico de La Habana. Esa fue una experiencia preciosa.

 

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Luego hemos desarrollado dos aplicaciones para teléfonos inteligentes con sistema operativo Android. La primera fue «La Habana colonial», una aplicación que corrió con mucha suerte. La presentamos en el Centro para la Interpretación de las relaciones culturales entre Cuba y Europa, en el Palacio del Segundo Cabo, con gran presencia de público, y esta aplicación permite que la comunidad sorda pueda acceder a la información más importante del sistema de plazas y de los principales monumentos del Centro Histórico. Pueden hacerlo no solo ellos, sino sus familiares y amigos, incluso, en varios idiomas.

 

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La aplicación más reciente es motivo de júbilo porque es la aplicación «Camino Leal», que es un homenaje a Eusebio, a la ciudad, a todo su legado, del cual somos depositarios y nos consideramos continuadores. Nos propusimos crear un equipo que tuviera toda la sensibilidad para rendir un homenaje sentido y comprometido a Leal. Esa aplicación tiene una característica importante que es que ya incluye a la comunidad ciega. Estamos utilizando en esta aplicación soluciones que tienen que ver con las mismas propuestas de los sistemas operativos de los teléfonos móviles, con audio junto a descripciones y otros recursos.

Lo cierto es que esta aplicación puede ser disfrutada, puede ser utilizada por personas de habla hispana, por personas que hablen inglés, por personas ciegas y por personas sordas o con hipoacúsicas; por tanto, abrimos más el abanico de inclusión.

En ella se dan a conocer las plazas del Centro Histórico con la impronta de Leal, buscando aquellos sitios, aquellos lugares que fuesen muy importantes. Se hizo un trabajo de investigación significativo, en el que se logra que la información sea dicha por Leal. Fue muy difícil y se logra que él sea el que presenta esos sitios, incluso, quien da información complementaria.

Tiene, además, un sistema de premios, información complementaria, y estamos muy satisfechos porque hemos realizado pruebas con los desarrolladores, con los diseñadores y con las comunidades. Hasta ahora estamos muy contentos porque la primera ruta que es la plaza fundacional ya está lista, y luego estas soluciones van a ser aplicadas al resto de las plazas.

 

¿Cómo se puede acceder a esas aplicaciones?

La aplicación «La Habana colonial» está disponible en la Agencia San Cristóbal. También se la entregamos a todas las asociaciones de manera gratuita para que las puedan difundir. «Camino Leal» está en fase de desarrollo porque tiene una complejidad tecnológica mayor. En esta aplicación hemos logrado poner en valor esas otras soluciones de accesibilidad e inclusión de las que hablábamos, de los atriles en Braille, de la ruta de la accesibilidad, de las rampas, hemos elaborado mapas en los que las personas pueden ingresar al Centro Histórico desde diferentes puntos de acceso y sepan por dónde van a encontrar lo que necesiten.

 

El país se ha abierto al turismo, ¿cuán preparados estamos para recibir este segmento de mercado?  

Están abiertas las fronteras y hay un interés de las aerolíneas por volver a restablecer conectividad, hay polos turísticos con una afluencia importante y son loables los esfuerzos del Ministerio de Turismo que ha logrado mantener sitios como Jardines del Rey y Varadero, incluso durante la pandemia, con niveles de ocupación significativos. Sin embargo, yo pienso que las ciudades, a pesar de todo lo que vemos, serán visitadas por turistas que vengan en excursiones de un día, básicamente, pero eso no quiere decir que tengamos más tiempo para prepararnos en temas de accesibilidad e inclusión, porque nuestros museos son muy demandados por citar un ejemplo, todas nuestras opciones culturales también.

Se acaba de celebrar entre el 15 y el 19 la IV Cumbre Iberoamericana de Accesibilidad, y creo que marca un antes y un después en el desarrollo del turismo para todos en el destino Cuba, y creo que son cada vez más las entidades del sector turístico cubano que apuestan por este modo de entender el turismo.

 

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Soy optimista porque está la Red de Turismo Accesible, está la Red de Ciudades Patrimoniales de Cuba, en las que se socializan todas las soluciones que son interesantes para los Centros Históricos, no solo para la accesibilidad y la inclusión, sino para otros desafíos en cuanto a la conservación y a la restauración. El Centro Histórico de La Habana tiene, además, un proyecto de Ciudad inteligente y uno de los pilares que sostiene a la ciudad inteligente es justamente la accesibilidad. Creo que hay muchas razones para apostar con optimismo a mediano y corto plazo en la accesibilidad de los centros históricos.

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