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Monopolio que se agranda

26 de octubre de 2021

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El imperialismo norteamericano sigue acaparando y fortaleciendo el monopolio de la información, pese a los reconocidos esfuerzos de medios progresistas de que la verdad surja a la luz y sea reconocida.

En esa mala praxis se inscribe la afirmación del presidente norteamericano, Joe Biden, de que es correcta su política de mantener el bloqueo y todo tipo de sanciones contra Cuba, basándose en las vandálicas y mercenarias protestas de grupúsculos en julo pasado y las sanciones anunciadas por el Gobierno Revolucionario a quienes realicen nuevas acciones de ese tipo.

De ello se ha hecho todo un manejo por elementos gusaneriles que se infiltran en los círculos de confianza del presidente -Juan González es un ejemplo-, como antes lo hicieron con Trump, siempre cuidando de que Biden no cumpla de manera alguna su promesa, hecha en tres ocasiones, de levantar el grueso cúmulo de medidas coercitivas agregadas al criminal bloqueo impuestas en el anterior mandato.

Pero todo lo anterior es una pequeñísima gota de agua en el mar de mentiras que maneja la información en Estados Unidos, donde cada vez surgen nuevas formas y estilos para manipular a la opinión pública a nivel mundial.

Así sucedió hace 20 años con el montaje de los actos terroristas contra las Torres Gemelas y el Pentágono, en la que la “verdad verdadera”, aún, estimo, no se conoce.

Tres años después -recuerda el diario mexicano La Jornada- el Pentágono montó una “oficina de bursatilización de asuntos terroristas”, mediante la cual se consideraba “cotizar los previsibles atentados”, con el ex almirante John Poindexter, un tránsfuga del grupo criminal Irán-Contras, obligado a renunciar cuando se expuso la magnitud de su proyecto macabro.

 

HOY, COMO AYER

El Pentágono sigue intoxicado con sus propios proyectos, parecido a las películas que monta en Hollywood.

Y es que el general Glen D. Van Herck, jefe militar del Comando Norte y otros entes que dicen proteger a México con su paraguas militar, concedió un “briefing” a los reporteros sobre sus “Experimentos de Dominio de la Información Global (GIDE)”, que junto a los otros comandos militares de EE.UU. conformarían un instrumento para prevenir las crisis en el mundo mediante una “persuasión integrada, con el fin de conseguir el dominio de la información y proveer la superioridad de decisión en competencia y en crisis”.

GIDE usaría la inteligencia artificial y las máquinas de aprendizaje para “incrementar el espacio de decisión para los líderes del nivel táctico al nivel estratégico, no solamente los militares, sino también brinda oportunidad a los civiles.

La inteligencia artificial sería usada para predecir con mucho tiempo de antelación y actuar de forma preventiva en el enfrentamiento de una crisis. con el fin de confrontarla.

Scott Ritter, anterior funcionario de espionaje de los marines, inspector de las “armas de destrucción masiva” de Saddam Hussein en Iraq -que nunca existieron-, y connotado experto en asuntos nucleares, dice que es una burla que “el Pentágono pretenda creer que la inteligencia artificial pueda predecir eventos mundiales”.

Fulmina a lo que calificó de organigrama burocrático altamente politizado del Pentágono, ridiculiza al GIDE del Comando Norte y su inteligencia artificial, recordando que las “máquinas de auto-aprendizaje” fueron engendradas por “programas computacionales y algoritmos producidos por humanos”, y concluye que el hecho de que EE.UU. “subordine los requerimientos de su espionaje predictivo de nuestra seguridad nacional colectiva a una computadora, debe ser preocupante para cada estadunidense”.

 

DE UNA MANERA U OTRA

En fin, con términos diferentes, se va a un monopolio de la información, porque nada puede prevalecer sobre lo que determina Estados Unidos.

Eso es lo que conviene en lo militar, primordialmente, pero implica todo lo demás conocido en otros aspectos, porque los monopolios socavan la competencia del mercado, la dinámica económica y la libertad individual, y es porque no son sólo un problema económico, sino político.

“Podríamos tener democracia o riqueza concentrada en las manos de unos cuantos”, dijo hace un siglo Louis Brandéis, un magistrado de la Corte Suprema norteamericana y luchador antimonopólico, “pero no podemos tener ambas”.

Nunca antes hemos tenido tanto acceso a información como la tenemos ahora. Desde medios escritos hasta digitales, el número de fuentes ha aumentado de tal manera que ahora se enfrenta el desafío de la desinformación, de la que se aprovechan administraciones con comportamientos totalitarias y en las que predomina la manejada por el imperialismo norteamericano.

Con la proliferación de medios digitales y troles en twitter creando contenido tendencioso y hasta falso, es muy fácil que estos mensajes se virilicen. Se vende una narrativa.

Puede que para valoración de algunos el manejo de información falsa en la prensa sea algo casi inofensivo. Nada puede estar más lejos de la verdad: eso es un claro atentado contra la libertad de prensa. Y es que comenzamos a descubrir que hay quienes, lejos de refutar críticas con argumentos u obras, tratan de desprestigiar a quien lo cuestiona. Dice mucho sobre su falta de ética como servidores públicos y sobre lo que están dispuestos a hacer por concentrar y acumular más poder.

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