La moral marca la diferencia
13 de octubre de 2021
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«Un premio de pueblo para quienes trabajan al servicio de los pueblos: Henry Reeve, un contingente cubano que honra a un héroe norteamericano», así calificó el presidente Miguel Díaz Canel, la decisión de organizaciones y activistas estadounidenses, de conferir el Contingente médico cubano, el Premio a la Paz de los Pueblos (People´s Peace Awards), refrendado por la firma de más de 100 organizaciones y 40 000 personas en los Estados Unidos.
En tanto, el ministro de Salud Pública, José Angel Portal Miranda, refirió que «los activistas reconocieron su invaluable labor y dedicación salvando vidas y difundiendo el internacionalismo y la solidaridad en todo el mundo».
Coincidentemente, este mismo día, el Comité noruego, concedió el Premio Nobel de la Paz a dos periodistas opositores, uno de Rusia y otra de Filipinas, en franco desafío a la razón de ser de dicho reconocimiento mundial, que esta vez —como ha ocurrido en varias ocasiones— usó maniobras políticas que influyeron en tal decisión.
Momento este para recordar que la aspiración a vivir en un mundo de paz aun es un objetivo por alcanzar, ya que la manipulación y los intereses políticos y factores subjetivos, en muchos casos, son muy contrarios a la verdadera paz.
Los premios otorgados este año 2021, por el Comité Nobel, pudieran considerarse un mal ejemplo en la credibilidad de la institución noruega. Y no es la primera vez que sucede, lamentablemente.
La otra verdad aparece en la decisión de reconocer al Contingente de médicos cubanos, Henry Reeve con el Premio a la Paz de los Pueblos ((People´s Peace Awards), por parte de activistas de más de 100 organizaciones y más de 40 000 personas de los Estados Unidos.
Nuestros médicos han brindado su misión solidaria en más de cien países y forman parte de los 50 destacamentos médicos que durante la pandemia de la Covid-19 han colaborado en unos 40 países.
No tan mediático ni con tantos recursos monetarios como los del Nobel de la Paz, este Premio ha nacido del agradecimiento de la comunidad internacional por su aporte a la vida, a la salud y a la solidaridad humana por parte de los galenos cubanos.
Reconocen «su invaluable labor y dedicación salvando vidas y difundiendo el internacionalismo y la solidaridad en todo el mundo».
No cabría nunca a la hora de reconocer a los médicos cubanos, el argumento bajo el cual fueron premiados con el Nobel de la Paz 2021, los periodistas Dmitry Muratov y María Ressa, el primero de nacionalidad rusa y la otra filipina.
Según el comunicado, «ganaron por sus esfuerzos para salvaguardar la libertad de expresión». Y no faltó la conclusión injerencista y falta de veracidad: «…por su trabajo por la libertad de prensa y para denunciar los abusos de poder en Filipinas y Rusia, respectivamente».
El jurado ha reconocido su «lucha valiente» para «defender los derechos humanos y la libertad de expresión» en sus países, según expresó la presidenta del Comité, Berit Reiss-Andersen.
Dmitry Muratov, es cofundador del diario independiente ruso Novaja Gazeta, y María Ressa, fue jefa de CNN en dos capitales del sudeste asiático (Manila y Yakarta) y su medio de prensa «Rappler» recibe dinero desde el exterior, principalmente de la organización estadounidense NED. En ambos casos, coincide la existencia de un oscuro financiamiento para sus propósitos por parte de la USAID.
En todo caso, es la moral la que marca la diferencia, entre el Nobel de la Paz 2021 y el Premio a la Paz de los Pueblos (People´s Peace Awards), conferido a los valerosos integrantes del Continente Médico Cubano Henry Reeve, que tantas vidas ha salvado en su andar solidario por diferentes países del mundo.
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