José Gener y Batet, un aristócrata del humo
7 de octubre de 2021
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El edificio de Monte No. 51 esquina a Zulueta, en La Habana Vieja, forma parte del repertorio arquitectónico dedicado a la manufactura del tabaco, en especial el construido a finales del siglo XIX en el nuevo Reparto Las Murallas. Perteneció esta industria al catalán José Gener y Batet nacido en la provincia de Tarragona, en 1831. Ante la situación difícil en el terruño, el matrimonio Gener-Batet, decidió mandar a su hijo, de 13 años, a vivir a la provincia cubana de Pinar del Río, en la que ya se encontraba su tío Miguel Jané.
En el artículo, “D. José Gener Batet, una vida marcada por el destino”, escrito por Florencio Giménez Caballero, se dice que poco después de su llegada a Cuba en 1844, Gener goza de la protección de Juan Conill Pi, entonces uno de los mayores y más acaudalados almacenistas de tabaco. Además de su tío Miguel Jané, sólo diez años mayor que él, estaban también Jaime Partagas, Juan Armengol, Julián Rivas, Bernardo Rencurrell, Rabell Pubill, Alsina, Farré, Pedro Roig, Antonio Durán, entre otros, casi todos, posteriormente, famosos en el mundo del tabaco.
Entre 1850 y 1865 Gener ha aprendido todo lo necesario sobre el tabaco y decide comprar, en 1860, la finca Hoyo de Monterrey en el pueblo pinareño de San Juan y Martínez. Construyó allí su casa a la entrada de esta propiedad, utilizando maderas nobles, en su mayoría, caobas cubanas que decoró con cerámica traída desde Barcelona. En 1861 se casó con Francisca Seycher de León, nacida en la Lousiana, hija de una aristócrata y un militar de la región, y con la cual tuvo una única descendencia: Lutgarda Gener Seycher. En ese último año el tabaquero registra la marca Hoyo de Monterey.
José Gener se dedicaba exclusivamente en esta finca a cosechar y almacenar tabaco en rama para surtir, pero, al parecer, refieren algunos historiadores, la baja cosecha de 1864 y los consejos de su maestro Juan Conill, a quien el propio Gener proveía, le hicieron considerar la idea de abandonar la venta y fundar su propia fábrica de tabacos torcidos. Así, el hecho de pasar de veguero a fabricante lo convirtió en una excepción y esta particularidad significó el nombre de la fábrica fundada en 1865: “La Escepción”. Y con s, por voluntad y capricho de su dueño, a pesar de las críticas luego recibidas por el supuesto error ortográfico, aunque para la época las reglas no eran las mismas, y aún más, si se sabe que Gener llegó a escribir numerosos artículos, publicados en revistas del momento, en los que aportaba sus puntos de vista sobre la causa cubana, y firmaba con el seudónimo Un demócrata convencido. También consta su libro, muy difundido en España y en la Isla, titulado: Proyecto para resolver la gran crisis económica de Cuba. Ambos no hubiesen podido ser escritos por un hombre inculto.
Por otra parte, algunos datos refieren que Gener no encontró entonces muchos productores en La Habana dispuestos a pagar los altos precios pedidos por sus cosechas, lo que lo llevó a fundar su propio negocio de cigarro rentando un local con la ayuda de un socio comercial. Así abriría “La Escepción”, en aquel momento en Monte No. 1. En 1871, la corporación de Gener con sus socios finalizó, pero él siguió expandiendo su mercado por sí solo. En la búsqueda de rentabilidad, lo cual fue tan fuerte como su inclinación política, de español a ultranza, Gener incrementó las marcas de su lista, y en 1874, ya poseía La Escepción, Cruz de Malta, El Imperio Alemán, Gladstone, Gloria de Inglaterra, Monopolización y Vuelta Abajo.
Como expone Adriano Martínez Rius, en su obra The Great Habano Factories, curiosamente, aunque Gener había sido dueño de la marca Hoyo de Monterrey desde 1865, esta no fue encontrada en ningún registro que fuera publicado en los distintos directorios comerciales, aun cuando ellos referenciaban estos sucesos. Más adelante reflejarían los reconocimientos de Hoyo de Monterey debido a su presentación, premiada con muchas medallas en ferias internacionales celebradas en Europa, la primera de las cuales fue alcanzada en París en 1867. Esta marca apareció en los anuncios finalizando la última década del siglo XIX.
Un acontecimiento marcaría su vida para siempre: acatar la orden de fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina, en 1871, acusados, injustamente, de profanar la tumba del periodista español Gonzalo Castañón. El pelotón de ejecución se organizó en la Puerta de la Punta, José Gener y Batet en su posición de Coronel del Sexto Batallón de Voluntarios de La Habana presidió el consejo de guerra contra estos estudiantes defendidos, a su vez, por el capitán español, Federico Capdevila. Gener cumplió también la orden de salir al balcón de la plaza y comunicar los nombres de los ocho estudiantes condenados a muerte.
Según la prensa española, este peso nunca lo abandonó, causado por la condena que le tocó anunciar y que llevaría al paredón a ocho jóvenes inocentes, algunos de ellos, pertenecientes a familias españolas. José Gener añoraba su Cataluña natal y viajó a España en 1875. En su pueblo, fue admirado como un triunfador. En cambio, por este hecho, su nombre será siempre de infeliz memoria para todos los cubanos.
Con sus famosas marcas continuó participando intensamente en varias exposiciones internacionales, destacándose la Exposición Universal de Barcelona, en 1888. En ella se hizo famoso por construir a sus expensas un pabellón propio dentro del recinto ferial y lo remató con una estatua de Cristóbal Colón de 2.20 metros de altura, reproducción pequeña de la existente en el puerto barcelonés.
José Gener y Batet regresó definitivamente a España, donde murió en 1900. Creó un mito en el mundo del cigarro que llevó a considerarlo como unos de los grandes barones de la industria del tabaco, e incluirlo, sin duda alguna, por la calidad de sus marcas y su fortuna, como parte de la llamada “aristocracia del humo”.
Sus herederos fueron su viuda y su hija, quien continuó con el negocio altamente rentable de sus padres y amplió las manufacturas para fortalecer la posición de Hoyo de Monterrey como una de las marcas de tabaco cimeras a inicios del siglo XX. Luego, motivados por el negocio de la caña de azúcar, los descendientes de Gener, vendieron la marca a Ramón Fernández y a Fernando Palicio Arguelles, copropietarios de las marcas Punch y Belinda.
En Estados Unidos y en Europa, Hoyo de Monterrey se consideró la marca de Habanos con cigarros más suaves y ligeros. Gener imprimió las iniciales de sus más ilustres compradores en las anillas o vitolas de los mismos cigarros. Logró un control absoluto del negocio desde 1870, manteniéndolo hasta su muerte. Su fábrica era una de las mayores de Cuba, con más de cincuenta torcedores y una producción de más de cincuenta millones de cigarros puros al año. Igualmente, situó con fama en el mercado las marcas La Emperatriz de la India y La Escepción.
En la década de 1930, se dice que Hoyo de Monterrey fabricó las vitolas más prestigiosas de la marca. Hoy día mantiene, en honor a su historia, el crédito de ser una de las mejores entre los cigarros más suaves, ofreciendo unos quince modelos hechos a mano y otros a máquina.
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