Valoraciones de José Martí sobre los notables músicos cubanos Albertini y Cervantes
30 de septiembre de 2021
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José Martí escribió acerca de notables creadores cubanos del siglo XIX, entre ellos el violinista Rafael Díaz Albertini y el pianista y compositor Ignacio Cervantes.
Albertini nació el 13 de agosto de 1857 en La Habana. Desde que era un niño inició sus estudios de violín con destacados profesores. Cuando tenía 13 años se trasladó hacia París, la capital de Francia, para continuar perfeccionando el dominio de ese instrumento.
Ya en 1875 alcanzó el Primer Premio de violín en el conservatorio donde estudiaba en París. Después tuvo la posibilidad de ofrecer múltiples conciertos en las diversas giras que realizó por muchas ciudades en diferentes partes del mundo.
En 1894 partió nuevamente hacia Francia. Su fallecimiento tuvo lugar en Marsella el 11 de noviembre de 1928.
Ignacio Cervantes, nacido en La Habana el 31 de julio de 1847, llegó a convertirse en una de las más relevantes figuras del quehacer musical cubano de la segunda mitad del siglo XIX. De su padre, quién era gran aficionado a la música, recibió las primeras lecciones.
Desde la etapa de su niñez Ignacio Cervantes evidenció grandes aptitudes para desenvolverse en el campo musical. Muy joven aún compuso su primera contradanza, que dedicó a su madre. Creó, además, zarzuelas, valses, sinfonías, una ópera cómica y otras muchas obras de gran valor.
Su obra musical en conjunto es uno de los caudales artísticos más significativos de Cuba.
Ignacio Cervantes falleció en la capital cubana el 29 de abril de 1905.
En dos trabajos que publicó en el periódico “Patria”, en Nueva York, José Martí hizo referencia a estos dos notables músicos cubanos que realizaron el 5 de mayo de 1892 una actuación especial ante un grupo de tabaqueros emigrados cubanos que laboraban en un taller de Cayo Hueso.
En el primero de los trabajos, el titulado “En los talleres”, reflejado en Patria el 7 de mayo de 1892, Martí destacó en su parte inicial que taller es la vida entera, es cada hombre, es la patria. Precisó que los hombres a medias, vuelven la espalda a los hombres enteros, “les alzan la cola cuando los necesitan, y les besan el bolsillo, y les piden la compañía, y los adulan los mismos pecados; pero fabrican el mundo, con su odio de bastidores y sus cucharadas de polvos de arroz, de modo que el trono, y el pavo, sea de los hombres a medias.”
Martí expuso que los hombres enteros, los cubanos creadores, los cubanos fundadores suben, orgullosos, las escaleras de los talleres,- como acaban de subir en los talleres del Cayo nuestros dos grandes músicos, Albertini y Cervantes.
Seguidamente trató con respecto a la maestría de los dos músicos cubanos.
Para elaborar su trabajo Martí tuvo como fuente lo reflejado por una publicación de Cayo Hueso.
Detalló: “¡Ni se escapó jamás del teclado soberano del uno, ni del violín impecable del otro, armonía semejante a la que en aquella visita de los hombres de salón a los hombres del trabajo de la fábrica ascendió, como un himno de anuncio, como una promesa de paz, como una proclama de concordia, del silencio satisfecho de aquellos corazones!”
También Martí comentó en ese trabajo sobre las características del pueblo cubano en general y aseguró: “El cubano ama la gloria, porque es capaz de ella; ama a los que pasean por el mundo la gloria de su patria.”
Más adelante Martí señaló lo que dijeron ambos músicos al resumir lo que sentían al hallarse en ese taller compartiendo con sus compatriotas.
Manifestó: “Albertini, que brega con sus notas tantas horas al día, saludó por una voz amigas a aquellos hijos de su pueblo, clavados a su trabajo durante tantas horas.
“Después Ignacio Cervantes escaló la tribuna. Su voz, tan baja como esas notas imposibles que arranca su mano triunfante al monstruo de las octavas, dijo con una sencillez verdaderamente arrebatadora: “Sólo he tenido dos orgullos en mi vida: el primero, haber nacido en Cuba, y el segundo, haber obtenido el Primer Premio en el Conservatorio de París para poder ofrecérselo como tributo de amor a mi patria querida, y de hoy más el tercero, por esta visita al taller donde se me acoge de este modo por mis amados compatriotas, los honrados obreros que aquí se encuentran.”
En la parte final de este material tras exponer que el arte es trabajo y que el trabajo es arte, así como señalar que los trabajadores se aman, José Martí volvió a referirse al pueblo cubano y destacó: “Nuestro pueblo no es pueblo de hombres que quieren derribar la grandeza; sino de hombres que quieren alzarse.”
Agregó que no peligra, no tiene que temer, un pueblo que junta conmovido, que junta espontáneo, sus diversos oficios, allí donde los pueblos se elaboran y se continúan: allí donde los pueblos aprenden el hábito y los métodos de crear: -¡en los talleres!
Una semana después, en la edición del periódico Patria fechada el 21 de mayo de 1892, con el título específico Albertini y Cervantes José Martí publicó otro trabajo en el que hizo mención a esos dos músicos cubanos.
En la parte inicial de ese trabajo afirmó: “Es bella en el pueblo cubano la capacidad de admirar, que a derechas no es más que la capacidad constructiva, y da más frutos públicos que la de desamar, que es por esencia la capacidad de destrucción.”
Argumentó de inmediato que los hombres van en dos bandos: los que aman y fundan, los que odian y deshacen que la pelea del mundo viene a ser la de la dualidad hindú: bien contra mal.
Agregó: “Como con el agua fuerte se ha de ir tentando el oro de los hombres. “El que ama, es oro. El que ama poco, con trabajo, a regañadientes, contra su propia voluntad, o no ama,- no es oro.”
E hizo el siguiente pedido: “Que el amor sea la moda. Que se marque al que no ame, para que la pena lo convierta.”
Más allá de exponer estas y otras consideraciones significativas Martí hizo referencia en este trabajo a la repercusión que había tenido la presentación en el territorio norteamericano de artistas cubanos, como Rafael Díaz Albertini e Ignacio Cervantes, ante sus compatriotas que se hallaban en el destierro y que anhelaban contribuir a la lucha por la independencia de su tierra natal.
Martí señaló al respecto: “Unos somos, en los orgullos y en la pena, los de allá y los de acá, como ayer fueron unos en la fiesta de Ibor los cubanos de Tampa, y Albertini y Cervantes.”
Y añadió: “María Luisa Sánchez, encanto del destierro, cantó candorosa, donde Cervantes como el griego la cuadriga, desataba o enfrenaba, o encabritaba las notas; donde Albertini, con el violín, ponía en el aire de la noche extranjera los colores blandos, cálidos, fogosos de nuestro amanecer.”
Martí concluyó ese breve pero emotivo trabajo con las siguientes palabras: “Los obreros del destierro, que adornan sus casas con los retratos del orador, del pensador, del deber domiciliado en la colonia, aplaudieron, aplaudieron del alma, a los cubanos de la isla. Las flores que premiaron el mérito de los cubanos de la isla, de Albertini y Cervantes, fueron las flores del destierro.”
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