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Curiosidades del mundo animal: Las ballenas y el cambio climático, nueva propuesta

27 de septiembre de 2021

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ballena

 

La utilización de los océanos como fuente de alimentación data de los orígenes de la humanidad.

Antiguamente, cazar una ballena garantizaba la subsistencia de una comunidad. Los métodos de cacería iniciales eran muy sencillos y casi no cambiaron durante 300 años. Este tipo de cacería no amenazaba a las especies, la cacería masiva comenzó en el siglo XVII.

Los modernos métodos de captura pusieron a varias especies de ballenas en peligro de extinción en los siglos XIX y XX. Desde finales del siglo XIX los avances alcanzados en la navegación, particularmente en la propulsión y autonomía de las embarcaciones, provocaron que la industrialización ballenera llegara a altamar. Así, la antigua cacería costera de diversos países se dirigió a los lugares más remotos del planeta en busca de los grandes cetáceos. En el siglo XX, el uso de la tecnología y el aumento de la demanda superaron el límite sostenible por las ballenas, poniendo en riesgo a sus poblaciones.

Hoy, la cacería sostiene el casi inexistente comercio de carne de ballena, y otros productos como el aceite, siempre a una escala menor.

La captura de estos cetáceos está prohibida desde 1986, cuando entró en vigencia una moratoria mundial sobre la caza de ballenas. Sin embargo, Japón, Islandia y Noruega continuaron captúrandolas a través de un falso programa científico. El comercio que se desarrolló fue exclusivamente de la caza que provenía de “pesca científica”, por lo que, en estricto rigor, fue ilegal. Esta situación favoreció la entrada de artículos ilegales a esos mercados. De hecho, durante la década del 2000 en Japón y Corea se detectó la venta de carne de ejemplares que pertenecían a especies en peligro de extinción. En 2019 Japón anunció que volvería a capturar ballenas en su zona económica exclusiva.

 

La historia de la caza de ballenas es testigo del agotamiento de una zona tras otra y de una especie tras otra, hasta tal punto que resulta esencial la protección de todas las especies de ballenas para evitar su extinción. Comisión Ballenera Internacional, 1946.

 

¿Qué otras amenazas afectan a las ballenas?

 

Destrucción del hábitat. La contaminación de los océanos por el vertido de desechos tóxicos (de origen industrial, agrícola o doméstico) pone en peligro la vida de los animales marinos. Los contaminantes persistentes como los pesticidas organoclorados y PCB (policlorobifenilos) pasan a formar parte de la cadena alimenticia, son bioacumulables y biomagnificables porque se acumulan en los tejidos grasos de los cetáceos afectando sus sistemas inmunológico, endócrino y reproductivo. El daño del sistema inmunológico deja a los cetáceos susceptibles de cualquier enfermedad, a biotoxinas o al ataque de virus o bacterias que en otras circunstancias no serían perjudiciales. La contaminación de los mares crea las condiciones ideales para los brotes de marea roja, cuyas biotoxinas ya han causado la muerte masiva de organismos marinos, incluyendo los cetáceos.

Cambio climático. El cambio climático afecta a los ecosistemas oceánicos al fluctuar la temperatura de los mares, lo cual impacta en las cadenas alimenticias en cuanto a la cantidad y diversidad de especies porque provoca su dispersión. Así, las ballenas pueden enfrentar la escasez de alimento por no hallar suficiente cantidad de las especies que consumen habitualmente o no encontrarlas en las áreas a las que, en general, asisten para alimentarse. Además, el cambio climático afecta a fenómenos meteorológicos como El Niño y la Niña, haciéndolos más frecuentes, prolongados e intensos. El fenómeno de El Niño provoca cambios en la temperatura del agua, lo cual afecta a las especies que sirven de alimento a los grandes cetáceos.

Reducción de la capa de ozono. La radiación ultravioleta que deja pasar el adelgazamiento de la capa de ozono puede penetrar hasta profundidades de 30 metros en mar abierto. Los rayos ultravioleta dañan el ADN y afectan el proceso de fotosíntesis, enzimas, metabolismo de nitrógeno, tasa de crecimiento, entre otras funciones del fitoplancton, que en su mayoría está restringido a las capas superiores del mar. El fitoplancton es la base de la cadena trófica y al ser afectado causa trastornos en toda la cadena alimenticia. Sumado a esto, tiene un efecto directo sobre el zooplancton. Asimismo, los huevos y las larvas de muchas especies de peces son muy sensibles a la radiación ultravioleta.

El equipo de economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) está apostando por las ballenas para contrarrestar el cambio climático. Así mismo, como lo está leyendo. ¿En qué se basan para proponer tal opción?

Se trata de proteger a las ballenas y promover el incremento de sus poblaciones, ¿por qué?

  1. Estos grandes cetáceos tienen un papel decisivo a la hora de capturar carbono de la atmósfera. Cada ballena captura, como promedio, unas 30 toneladas de carbono a lo largo de su vida. Una gran cantidad que, después de su muerte, quedará sumergida en el fondo del océano durante siglos, lejos de la atmósfera y de contribuir al conocido efecto invernadero.

Un árbol absorbe solamente unos 21,8 kilos de carbono al año.

  1. Sus desechos, ricos en elementos como el hierro o el nitrógeno, tienen un efecto multiplicador sobre las poblaciones de fitoplancton, del cual se alimentan la mayor parte de ellas. Estas criaturas microscópicas, aparte de producir al menos el 50% de O₂ de nuestra atmósfera, son capaces de capturar el 40% del CO₂ producido anualmente de manera global, es decir, unos 37 billones de toneladas. Una cantidad equivalente a la que capturarían 1.70 trillones de árboles o cuatro selvas amazónicas.

Al proteger la vida de una ballena, se protege también al fitoplancton de que esta se alimenta, logrando un efecto multiplicador de absorción de carbono atmosférico equivalente a plantar miles de árboles.

 

  1. Los beneficios del ecoturismo: observación de cetáceos.

 

  1. Proteger a las ballenas actuales introduciría una mejoría en las poblaciones de peces para el comercio marítimo.

 

  1. Podrán imaginar qué papel tendrían en la lucha contra el cambio climático si se dejaran recuperar las poblaciones de ballenas a las existentes en tiempos anteriores a su sobrepesca: en el mundo hubiera cuatro veces más ballenas de las que tenemos hoy en día. Esto es a lo que los economistas del FMI llaman una estrategia earth-tech*, que además de mejorar la salud de los océanos, también lo haría la de tierra y por tanto, la nuestra.

*Earth-tech. Un material ecológico, orgánico y tecnológicamente consciente que vuelve sobre los orígenes de la tierra como elemento constructivo ancestral pero con un aspecto valiente y vanguardista, orientado a las más modernas tendencias de vida verde.

Hoy en día son muchas las iniciativas tecnológicas dedicadas a intentar mitigar los efectos del cambio climático. Algunas apuestan por reducir las emisiones de los principales gases de efecto invernadero, otras apuestan por retirarlo activamente de la atmósfera. Ambas opciones, en la mayor parte de los casos, tienen un coste muy elevado y unos resultados “inciertos” a largo plazo.

Esta nueva propuesta es muy innovadora y aprovecha la labor ecológica de estos cetáceos.

Recordemos que… “la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre.” Sólo hay un modo de que ella perdure: respetarla y servirle.

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