El fracaso matrimonial de José Martí
6 de agosto de 2021
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José Martí conoció a Carmen Zayas-Bazán Hidalgo a su llegada a la Ciudad de México en febrero de 1875 y al parecer hacia los meses finales de aquel año se inició la relación amorosa entre ambos, pues todavía el 12 de junio publicó un poema titulado “Sin amores” acerca de un amor perdido. Ella, huérfana de madre, vivía con su padre en la capital mexicana en un edifico cercano a la redacción de la Revista Universal, diario en el que Martí escribía. Él pudo conocerla porque el cuñado de Carmen era el dueño de la casa en que habitaban sus padres y hermanas. Y fue esta persona quien le presentó al padre y a su hija.
Al abandonar la Ciudad de México a finales de 1876, ya estaban comprometidos ante sus respectivas familias, por lo que al establecerse en Guatemala, Martí trazó los planes para el matrimonio, efectuado el 20 de diciembre de 1877 en la Ciudad de México. Residieron en la capital del país centroamericano y, tras el Pacto del Zanjón, desembarcaron en La Habana el último día de agosto de 1878, Carmen ya en estado de gravidez. Compartieron juntos ese año y parte del siguiente, hasta que él fue apresado y deportado a Ceuta, destino que le fue cambiado por Madrid. No pudo cargar más al bebé.
Tras escapar de España y radicarse en Nueva York, Martí y la esposa restablecieron la convivencia allí en marzo de 1880, la que solo duró unos nueve meses, pues en octubre de ese mismo año ella regresó a la Isla con Pepito, el hijo, que cumplió sus dos años el 22 de noviembre, sin el padre a su lado.
Martí partió hacia Caracas al concluir la Guerra Chiquita y desde su arribo escribió a Carmen solicitándole se reunieran en el hermano país; pero su intempestiva salida a los seis meses cortó para él ese deseo, sin saber que ella aconsejada entre otros por algunos amigos de ambos, había decidido no emprender ese traslado. Esta separación duró hasta diciembre de 1882, cuando se inició el período de más extensa vida en común de la pareja, acompañada por Pepito y por Alfredo, el hijo de Leonor, la hermana que seguía a Martí en edad.
El último intento de unión fue breve y tormentoso para siempre. Carmen y Pepito, ya un jovencito de doce años de edad, llegaron el 30 de junio de 1891 a Nueva York y se reembarcaron hacia Cuba el 27 de agosto del mismo año. Compartieron así solo durante casi dos meses. Aquellas fueron semanas muy agitadas para Martí como se puede apreciar en su correspondencia.
Sabemos que al arribo de Carmen y Pepito se alojaron en un hotel y luego se marcharon a la cercana playa de Bath Beach, visitada por Martí en otras ocasiones y donde solían reunirse familias cubana asentadas en Nueva York. Pero Martí tuvo que retornar a la ciudad más de una vez por sus labores consulares, por las actividades de la Sociedad Literaria Hispanoamericana, cuya presidencia ocupaba entonces, porque escribe a su amigo Néstor Ponce de León en procura de unos libros, pues “Me ha salido, por hijo un tragalibros.”
Por qué la esposa partió nunca ha quedado claro. Se ha atribuido a su rechazo de las dedicaciones patrióticas del marido y hasta de la posible relación amorosa de este con Carmen Miyares, en cuya casa de huéspedes él habitaba o quién sabe si fue una reacción airada de la esposa porque él no le dedicó todo el tiempo. Nunca más se volvieron a encontrar: toda la comunicación fue por cartas. Las de él nunca han aparecido. De las de ella apenas se conservan varios fragmentos que indican una tensa relación signada por reproches mutuos. Y él vivió hasta su muerte con el pesar de no tener al hijo a su lado. Tres años atrás le había escrito a Manuel Mercado, su amigo mexicano, al que reveló a menudo sus cuitas: “Me voy acabando de hambre de ternura.”
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