Pierre Lemoyne D’Iberville
21 de junio de 2021
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En los cimientos del antiguo Palacio de los Capitanes Generales, que en la actualidad ocupa el Museo de la Ciudad de La Habana, y donde en el siglo XVIII estuviera la Iglesia Parroquial Mayor, descansan los restos del célebre navegante y explorador francés Pierre Lemoyne D’Iberville.
Aunque D’Iberville nació en Montreal en 1661, sus ancestros habría que buscarlos en la antigua nobleza normanda, en Europa. Nuestro personaje no fue hombre de estarse tranquilo en lugar alguno. Militar, colonizador y navegante, cruzó el océano para empeñarse en luchas contra los ingleses conquistadores de Norteamérica. Uno de sus grandes méritos se remonta a la fundación del asentamiento primitivo de la ciudad de Mobile en el continente americano, que fuera la primera villa de la Louisiana francesa, en 1702.
Según parece, D’Iberville arribó al puerto habanero en su navío El Justo para reunirse con las huestes del entonces recién llegado capitán general de la Isla, don Pedro Álvarez de Villarín. Ello ocurrió el 13 de mayo de 1706, o sea, 315 años atrás. De esta bahía partirían las fuerzas conjuntas hacia Charleston, en el verano de 1706.
Con el tiempo transcurrido desde entonces, difícil resulta precisar los detalles de los preparativos de aquella empresa, que nunca se dio, pues consta que el 9 de julio de 1706 fueron enterrados los cuerpos de Álvarez Villarín y de D’Iberville, fallecidos de resultas de alguna de las frecuentes epidemias que arrasaban con la población habanera.
Si bien la muerte truncó los planes del marino, no empañó su recuerdo. En 1935 el señor Camillien Houde, alcalde de Montreal, envió una tarja en bronce que, expuesta en la Catedral de La Habana, señala —aunque erróneamente— que las cenizas de D’Iberville yacen allí.
Otra tarja, también en bronce y colocada en el interior del Museo de la Ciudad de La Habana, fue donada por funcionarios de la Misión Francesa y del Comité Francia-América, en 1937.
Mucho más recientemente se inauguró en la explanada del Castillo de la Punta, frente al Morro, una bella estatua en bronce del insigne navegante, que nos lo muestra con el gesto altivo y elegante de un almirante de siglos atrás.
Pese a la imposibilidad de identificar los restos del audaz D’Iberville, ni el lugar exacto de los subterráneos donde estos descansan, sus hazañas y recuerdo al menos se conservan en la memoria de los habaneros y los cubanos en general.
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Comentarios
Gracias por la publicación. Permítame rectificarme error, los restos de este ilustre hombre NO descansan en lo que fuera el área que ocupaba la Parroquial Mayor deLa Habana y que posteriormente se edificará el otrora Palacio de los Capitanes Generales. Con el traslado de la Parroquial Mayor a la iglesia que fuera de los jesuitas y que se decidiera está como Parroquial Mayor, los restos de Pierre Lemonyne D’iberville, descansan en lo que es desde 1789 Catedral de La Habana, prueba de ello es una tarja sobre este personaje ilustre, dicha tarja se encuentra ubicada en los exteriores de la Catedral un poco antes de la subida a la torre campanario. Los archivos dan fe de dicho traslado de sus restos.